Sus manos se mueven sobre el mostrador con un tacto especial que los delata artesanos. Toman cada mercancía con delicadeza, la miran con ojos de quien ha participado en su alumbramiento y se la ofrecen al cliente con el comentario preciso que solo un "padre" puede acertar: "es una pieza única, tejida con una lana especial, rellena de fibra y, si quiere, hasta se la personalizamos con su nombre". El auditorio "Mar de Vigo" es, desde ayer y hasta el domingo, la capital gallega de esta forma única de trabajar. Gracias al Bee Market una treintena de artesanos afincados en toda Galicia exponen lo mejor de su género para demostrar que -por más que se empeñe la crisis en aguar los proyectos- el ingenio y el talento siguen vivos. Y en mejor forma que nunca. "La gente se queda asombrada; muchos llegan con una idea clásica de la artesanía y, cuando se pasean por aquí, descubren que es un mundo mucho más diverso" , explica Olaia Alonso, una de las responsables. Solo ayer desfilaron por el edificio cerca de un millar de visitantes. Hoy confían en repetir el resultado.

El abanico de talleres que participan en el Bee Market es amplio. Entre sus expositores lucen tartas decoradas, muñecos de trapo, instrumentos tradicionales, joyería... e incluso novedades gastronómicas. Una de ellas, el albariño espumoso de Bodegas As Laxas, se dará a conocer esta misma tarde gracias a Lume de Carozo. Otros negocios suman al talento la chispa de la solidaridad, como es el caso del puesto de la Asociación de Familias de Personas con Parálisis Cerebral -Apamp-, con una nutrida muestra de los trabajos en cartón piedra, textil o encuadernación que hacen sus socios en los talleres de la calle Florida. "Llevamos 35 años", añade orgullosa una de sus responsables, Patricia Blanco.

Paz Luaces es una de las creadoras que participan en la feria con un taller de figuras en cartón barnizado que bautizó con su propio nombre. "Soy química de formación y artesana de vocación... la verdad es que es algo que siempre me gustó y decidí dedicarme a ello", recuerda. La aventura no le ha ido mal. Su taller sopla ya las diez velas con obras a sus espaldas como figuritas para tartas de boda. "Algunos todavía ven al cartón como un material peculiar, pero se puede hacer muchas cosas con él". Bien lo sabe Bárbara Alonso, de Lamparas de cartón, quien junto a su pareja diseña y construye muebles de ese material. "Nos centramos en la venta por Internet; ahora, en Navidad, incluso tenemos alguna oferta especial", anota rodeada de sus obras.

El ingenio es ingrediente compartido también por Bea de Labra, una joven que trabaja "sin pausa" en su taller Mmmh! Tartas de Bea, donde cocina dulces personalizados. "Me va bien e incluso quiero montar mi propio negocio, pero no encuentro un local asequible en la ciudad", lamenta. Prueba de su éxito es que en los últimos meses recibió pedidos incluso de Costa Rica. "En alguna ocasión me llegaron a pedir 1.000 galletas". Junto a de Labra, el auditorio "Mar de Vigo" acoge otros maestros de la repostería más original y colorida, como Cocoguacakes.

Karina Pozo y Julie Fernández se suman a la lista de los creativos. En su taller, Julie & Karina, pintan a mano prendas con dibujos y diseños a medida del cliente. "Tenemos también broches, álbums, libretas... incluso unos guantes para limpiar la loza decorados con plumas", enumera Pozo, quien recuerda que el negocio arrancó hace ya una década. A escasos metros Mónica Gradín y Almudena Suárez, de Demimos, dedicado al diseño y confección de muñecos para niños e incluso mascotas de empresa, corroboran que los tejidos dan de sí tanto como pida la originalidad. "Nuestra mayor competencia viene de China, pero ofrecemos un plus que la producción en cadena no es capaz de alcanzar", reflexiona Gradín.

Ese "plus" es lo que persigue también Silvereira, un taller de joyería que, como explica Juan Lamas, trabaja "con madera, resina, fieltro... materiales diferentes". A alguna de sus joyas añade además una pasión por los motivos de la cultura tradicional gallega que le está dando buenos resultados en el mercado. Con la madera lidia también José Manuel Salvado, del taller de instrumentos de percusión tradicional Sanín, con una amplia gama de panderetas, pandeiros, bombos... que vende a lo largo de todo el norte del país.