La ría se convirtió ayer en la avenida de un hotel colosal. A primera hora de la mañana amarraba en los muelles olívicos el Royal Princess, el titán de la compañía californiana Princess Cruises que toca Vigo en su escala inaugural tras zarpar el domingo de Southampton. Con sus 329 metros de eslora por 44 de manga, el navío ocupa el noveno puesto en el ranking de los buques más grandes del mundo y el tercero en los anales de la ciudad. Visto desde A Laxe su altura rozaba la del Hotel Bahía. A media tarde partía con sus 2.724 pasajeros -a los que se suman 1.376 tripulantes- rumbo Lisboa en una travesía de una semana por aguas de la península que culminará en Barcelona.

Las cifras del Royal Princess son memorables: costó 775 millones de euros, pesa 141.000 toneladas, dispone de 1.430 camarotes, 36 suits y 340 minisuits, está dotada de la pantalla de cine más grande que surca hoy los océanos... Y combina, en sus entrañas, la elegancia clásica de escaleras de caracol de mármol blanco, con modernas instalaciones de ocio y recreo. El "titán" tiene capacidad para 3.600 pasajeros. De los 2.724 que lo ocupaban ayer la mayoría eran de nacionalidad americana (951), británica (466) y canadiense (393); también viajan a bordo japoneses (196) y australianos (188) atraídos por la península.

La instantánea que recibe al pasajero del Royal Princess es su espectacular salón, bañado por un juego de colores dorados y nacarados y con amplias escaleras a ambos márgenes. A medida que se avanza por sus pasillos cada viajero -como señala Agustín Quesada, director de Mundo Mar Cruceros- "encuentra su propio espacio". Entre su veintena de plantas oculta spa, piscinas, circuitos para practicar deporte al aire libre, gimnasio, casino, teatro, zonas con juegos infantiles divididos por tramos de edad, exquisitos restaurantes especializados en pastas, postres, todo tipo de bebidas, sea food... El master chef de la compañía Princess Cruises es el prestigioso cocinero Alfredo Marzi.

También aguardan sorpresas. El Royal Princess pone a prueba el vértigo de su pasaje con el SeaWalk, un voladizo de 40 metros de largo con suelo de cristal que pende a 45 m sobre el mar y a 9 de su "fachada". Otro "secreto" es un sofisticado juego de luces y chorros de agua que se alzan a más de 10 metros de altura al compás de la música. "Son características únicas de este barco", resalta Quesada. Para el pasaje más exquisito el Royal reserva unas pequeñas "cabañas privadas" que se pueden alquilar durante 24 horas y en las que el huésped disfruta de masajes, un menú a base de caviar y langosta... Quien se decante por una atmósfera de sosiego y paz dispone de varias áreas de "de relax" en las que todo ruido queda desterrado. El precio de los camarotes por persona oscila, según la clase, entre 800 y 12.000 euros.

La escala inaugural del Royal estuvo marcada por el tradicional intercambio de metopas entre las autoridades del navío y las del Puerto. Tras la ceremonia el capitán del buque, Anthony Draper, destacó la "popularidad" de la terminal olívica. El responsable de Praza da Estrela, Ignacio López-Chaves, recordó por su parte la asombrosa envergadura del Royal. "Somos capaces de acoger cruceros cada vez más grandes", destacó. Al acto asistió también, junto a otras autoridades, el presidente de Turismo Rías Baixas, José Manuel Figueroa. En los folletos que se repartían a bordo a los viajeros se anunciaban los atractivos -por este orden- de Santiago de Compostela, su catedral, las villas de Baiona y Pontevedra, la ruta del vino y el museo del peregrino.