35 años sobre los escenarios, 14 discos y un estilo más que reconocible presentan por sí mismos a Javier Krahe, veterano poeta urbano madrileño que ayer dejó sus ingeniosas letras, cargadas de mordacidad, en el concierto que ofreció en la Sala Aturuxo de Bueu. Allí presentó su último álbum, "Las diez de últimas".

- ¿Qué se va a encontrar el público con este nuevo disco?

- Diez nuevas canciones en mi línea. Aunque yo crea que he intentado salir de mis moldes al final queda algo muy similar.

- El disco se vende con el libro "El derecho a la pereza" del revolucionario Paul Lafargue. ¿Se trata de una declaración de intenciones?

- Sí, porque creo que en este marasmo económico que vivimos, el objetivo debería ser trabajar menos en lugar de trabajar más. La economía debería adaptarse a esta tendencia deseable, no a que nos jubilemos más tarde y trabajemos más horas.

- En una época en la que no hay trabajo y el que hay es en condiciones cada vez más penosas...

- Se ve el atropello que está sucediendo. La solución no es tener la economía de antes de 2008. Mi idea es poner sobre el tapete un nuevo punto de vista.

- Su discográfica anuncia este nuevo trabajo como "posiblemente las últimas canciones de Javier Krahe". ¿Es una despedida real de los escenarios o una estrategia comercial de un antiguo publicista?

- Ni yo sabía que se había puesto esa frase. Tampoco tiene importancia. En algún momento haré mis últimas canciones, pero esta vez no.

- En estos tiempos que vivimos, ¿es más necesario que nunca el humor, el sarcasmo?

- No, es igual de importante que antes. La mirada irónica siempre es valiosa, aunque en estas circunstancias un poco de diversión nunca viene mal.

- Usted, que ha apostado por letras de corte anticlerical, ¿cómo ve la deriva conservadora que está viviendo el país, con leyes como la del aborto, muy próximas a las ideas del Vaticano.

- El Vaticano ahora está muy confuso con Francisco... Efectivamente, estamos dando un salto atrás.

- ¿Cree que habrá un cambio en la iglesia o que sus declaraciones son un lavado de cara?

- Mi impresión es que se trata de un lavado de cara porque la maquinaria del Vaticano es enorme y él sabe moverse en esos ambientes. Si piensa que la iglesia es de los pobres está todo resuelto. Ya lo dijo Jesucristo, da las riquezas a los jóvenes y sígueme.

- Los conciertos parecen ser una de las salidas contra la crisis de la industria musical, una salida en la que usted se encuentra muy cómodo.

- efectivamente. En discos se vende la décima parte que hace diez años y yo nunca he sido un gran vendedor de discos. En cambio tengo la posibilidad de dar bastantes conciertos.

- ¿Qué queda de sus tiempos en La Mandrágora?

- La forma de actuar. El recuerdo es inmejorable pero tan lejano que forma parte del pasado.