En O Salnés y Ullán hay una gran devoción por San Blas. No se celebran grandes romerías, como las del verano, pero sí que se hacen misas en numerosas parroquias: Santa Mariña Dozo, en Cambados; Cordeiro, en Valga; San Martiño de Meis; Simes, en Meaño; Caleiro, en Vilanova... San Blas es el abogado contra los males de la garganta, y la tradición de los fieles es llevar para casa panecillos o rosquillas bendecidos. Unos los comen con la esperanza de que sus dolencias remitan, otros para prevenirlas.

Hay parroquias en las que los fieles llevan el pan de casa o bendicen las rosquillas compradas antes, y otras en las que se reparte entre los fieles panecillos, como se hizo en la capilla del Hospital, en Cambados, o rosquillas, como ocurrió en la de San Martiño de Meis.

En Cambados las misas de la mañana atrajeron a tal cantidad de fieles que la capilla se quedó pequeña, mientras que en Cordeiro o Simes los oficios más concurridos fueron los de la tarde. En el caso de la parroquia de Valga hubo misas a cada hora, y la comisión organizó también una sesión vermú y un concierto por la tarde de la banda de Vilanova, así como una verbena. Los actos se desarrollaron bajo una carpa con calefacción, y los devotos hicieron cola ante los puestos de las tres rosquilleiras de la zona que se situaron a la entrada de la iglesia. En Valga existe tal devoción por San Blas que es festivo local.

También son muy concurridos los actos religiosos en Simes. Hasta allí se acercaron creyentes de muchos puntos de la comarca para rendir culto al santo, que vivió en Armenia en el siglo IV.

La meañesa es una celebración meramente religiosa. Las misas se sucedieron a cada hora a partir de las 9 de la mañana. La solemne fue la de las 13 horas, cantada por el coro parroquial de Lores, que dirige Josefa Dorado Soto. La Policía Local reguló el tráfico durante la mañana en las cercanías de la iglesia parroquial, uno de los ejemplos más valorados del románico rural en O Salnés, y en cuyas inmediaciones se apostaban algunas rosquilleiras, "cereiros", un puesto de churros y otro de pan y quesos que desafiaron al frío y la lluvia.

Por la tarde se repitieron los oficios religiosos a las 18, 19 y 20 horas. Es ya tradición en el San Blas de Simes que, cuando coincide entre semana, haya más afluencia de devotos a las misas de tarde. En total cinco sacerdotes se repartieron las ocho misas de la jornada a cuyo término se dio a besar de nuevo la reliquia del santo, tradición que ha recuperado el nuevo párroco Juan Ventura Martínez tras haber encontrado el particular tesoro en uno de los cajones de una cómoda de la rectoral, una tradición que Simes había perdido hacía casi medio siglo.

Para Simes era éste un segundo día de fiestas dado que el domingo se recuperó también la de la Candelaria.