Miles de personas acudieron ayer a Armenteira (Meis), donde se celebraba la romería de la Virxe das Cabezas. Por la mañana no fue la multitud de otras ocasiones, pues la amenaza de lluvia quizás desanimó a muchos, pero por la tarde hubo el ambiente de las mejores ocasiones. La iglesia se llenó en las misas centrales, había docenas de tiendas de campaña montadas a orillas del río y por los prados que rodean la aldea, y los coches aparcados formaban colas kilométricas.

Tanto la carretera de Cabeza de Boi como las calles que conducen al monasterio estaban llenos de bares ambulantes, de puestos de comida, de cera y rosquillas, de juguetes... La romería de Armenteira es tan multitudinaria que es en sí una pequeña feria, donde es posible comprar desde un helado artesano a dos quesos de Arzúa por siete euros, pasando por sombreros, artículos de cuero, y hasta tractores o coches sin carné.

La misa solemne fue la de las 13 horas, y a su término salió la procesión. La imagen de la Virgen fue acompañada en su tradicional recorrido por el atrio por el grupo de gaitas Os Faíscas y por los Danzantes de Cobas, que ejecutaron algunos de sus conocidos pases.

Otra de las características de la romería de Armenteira es que acuden cientos de personas a pie. Aunque todavía son muchos los que lo hacen por la vía más común hasta hace unos pocos años, la carretera de Cabeza de Boi, últimamente se está imponiendo la alternativa de la Ruta da Pedra e da Auga, un camino de senderismo homologado que destaca por la belleza de los paisajes de monte que atraviesa.

En cuanto a los artículos de cera, la Virgen de Armenteira es abogada de los males de la cabeza, de ahí que la mayor parte de los exvotos que se venden en esta romería representen esta parte del cuerpo. Ayer se vendían a dos euros, y los había para hombre, mujer, niño y niña.

De la seguridad se ocuparon media docena de voluntarios de Protección Civil de Meis y un grupo de agentes de la Guardia Civil, que incluso estaban dentro de la iglesia en las misas para evitar los riesgos de las aglomeraciones y la acción de los carteristas. Protección Civil, por su parte, regulaba las entradas y salidas a la iglesia, dejándola sin gente un cuarto de hora entre misa y misa para "enfriar" el ambiente interior y reducir así el riesgo de lipotimias. Un médico completaba el operativo. La nota negativa la pusieron un grupo que había acampado y que presuntamente quiso engancharse al tendido eléctrico público. Al parecer provocaron destrozos en el cableado que va a los postes de la Ruta da Pedra e da Auga y el lugar de Vilar se quedó toda la noche sin luz pública.