"Aunque su imagen ha sido muy distorsionada por los medios de comunicación, Hugo Chávez fue decisivo para cambiar la tendencia histórica de América Latina y para mejorar la vida de los pobres, es decir, de la mayoría de los venezolanos", dijo ayer en el Club FARO el periodista Mark Aguirre (Félix las Heras), ex corresponsal en América Latina, China y Nueva York. América Latina inconveniente (cómo los peones se están apoderando de la finca) fue el titulo de su charla, que le presentó Rubén Pérez, especialista en Historia Contemporánea.

Para Aguirre, la tesis de una América Latina inconveniente parece sencilla pero es de gran transcendencia. "La América Latina de hoy -dice- es completamente diferente a la de hace 15 años. Estamos asistiendo a un cambio de tendencia histórica que por vez primera la pone en proceso de constituirse como un sujeto político con voz propia e independiente. Estados Unidos ha quedado relativamente aislado en la región y la presencia de empresas energéticas y mineras chinas permite no depender de los viejos poderes coloniales y su forma de hacer política, lo que ha sido posible gracias a gobiernos progresistas que han roto con el neoliberalismo".

Autor reciente de Una América Latina inconveniente en la editorial El Viejo Topo. Aguirre sostiene que este cambio se trata de una tendencia histórica con intereses opuestos en acción: sectores, elites sobre todo, económicas y políticas que no quieren abandonar la locomotora de EE.UU. y Europa y viajan en vagones de primera clase. "Hablamos -dice- de una disputa planteada desde abajo, iniciada desde las filas de los que apenas entre empujones pueden subirse al último vagón. Personas como Chávez, Lula, Evo Morales o José Mújica que acabaron liderando este proceso y trabajaron desde niños para ayudar a sus familias a sobrevivir".

Es según Aguirre una disputa que va más allá de los gobiernos ya que es por los recursos naturales y energéticos cada vez más escasos en el planeta pero abundantes en la región. "Puede llamar la atención -afirma- que algunos de estos gobiernos recuperen el socialismo en sus proclamas cuando parecía arrojado por los neoconservadores al basurero de la historia. La verdad es que promueven el socialismo como perspectiva pero el capitalismo a corto plazo, lo que reviste gran complejidad, como Cuba con sus reformas y reciente invitación a invertir a empresas capitalistas".

¿Y qué pasa en Venezuela? "Ya hace 15 años -dijo- que Chávez fue etiquetado como un Castro con petróleo por una revista norteamericana. No era en balde porque Venezuela es el país con más reservas y por el oro negro EE UU. ha llegado hasta a derribar regímenes democráticos. Para quienes siguen queriendo al Caribe como su patio trasero es muy difícil convivir con una revolución como la bolivariana que dificulta su acceso al petróleo".

Chávez tenía un proyecto, guste o no afirmó- que le permitió decir antes de morir que 'ahora tenemos patria'. Un gobierno que controla la renta petrolera y decide pensando en los intereses del pueblo venezolano. Ningún país en América Latina ha mejorado sus indicadores sociales en los último años como Venezuela, aunque haya problemas serios como corrupción, abastecimiento, amiguismo, criminalidad desatada... el proyecto Chávez ha sido exitoso".

Tras resaltar que lo que allí ocurre es bien diferente de lo que nos cuentan nuestra televisión y nuestros periódicos habló de Brasil. "Si Chávez fue el motor de arranque -explicó- , Brasil, la sexta economía del planetas, es la máquina poderosa capaz de mover el pesado vehículo de este despertar latinoamericano desde una perspectiva global".

"Es verdad que la revolución bolivariana cuestiona el capitalismo mientras Lula lo ha emplazado. No pide a los ricos que dejen de beber agua Perrier -dice él- pero sí que los brasileños no sufran sed. Con Lula se acabó la idea de que lo que es bueno par Estados Unidos lo es también para Brasil y, con la llegada de Dilma al poder, han convertido a Brasil en el primer motor de la integración latina. Consiguieron crecer al mismo tiempo que se mejoraba la distribución de la riqueza con una política de inversión dirigida a los más pobres con un gasto del 0.5 del PIB".