RAFA LÓPEZ

"Es verdad que el fútbol ha sido muy injusto con Alexander Mostovoi, pero maduró tarde", afirmó ayer Víctor Fernández, que entrenó al extraordinario futbolista ruso en el Celta durante cuatro años. Durante el coloquio sobre El Zar del Celta en el Club FARO DE VIGO, el técnico maño recordó que el de San Petersburgo "fue un jugador rebelde, incomprendido hasta por sí mismo, y eso le hizo perder la oportunidad de jugar en un equipo grande".

El que fuera entrenador del mejor Celta de la historia participó en un coloquio con el periodista Jacobo Buceta, que actuó de moderador, y con los autores de Diez años sin el 10, biografía del internacional ruso publicada una década después de su marcha del Celta. Los también periodistas Rafa Valero y Víctor López desvelaron aspectos poco conocidos de Mostovoi. "Le encantaría volver al club -reveló Valero-, aunque no sabe cómo ni cuándo. Y dice que su estatua quedaría muy bien ante un nuevo estadio". Durante el coloquio salieron a la luz multitud de anécdotas y opiniones sobre el genial mediapunta exsoviético:

  • Música con el balón. Víctor López, que indagó en la infancia y adolescencia de Mostovoi, contó que de niño probó con el acordeón y con el piano, aunque -como apuntó Víctor Fernández-, la mejor música la tocaba con el balón: "Cuando le pegaba a la pelota sonaba diferente a cuando lo hacía cualquier otro jugador -relató el técnico zaragozano-. El esférico se sentía bien tratado. Alexander hacía música con el balón".
  • Su socio Karpin. Según Víctor López, Karpin y Mostovoi no tenían una relación de amistad, pero sí de conveniencia. El de Tallín llegó de la mano de Jabo Irureta tras una primera temporada llena de reproches de Mostovoi hacia la forma de trabajar del cuerpo técnico y del club. "Karpin era el hilo conductor de Irureta", dijo el periodista.
  • Peculiar profesionalidad. "Le gustaba la profesión, jugar y entrenar, pero siempre con balón -precisó Víctor Fernández-. Llegaba contento a los entrenamientos y a los partidos, pero si perdía era insoportable". Añadió Jacobo Buceta que el ruso "tenía el calendario en la cabeza, se lo chapaba, siempre sabía a qué equipos se iba a enfrentar".
  • Talento puro. Las referencias a la genialidad de Mostovoi con el balón fueron innumerables. Víctor Fernández dijo que "era un jugador mágico". Víctor López lo comparó con Andrés Iniesta por su visión de juego y primer toque. "Cuando Eusebio Sacristán lo vio golpear el balón en A Madroa, se quedó sorprendido por su enorme calidad, y eso que venía del Dream Team de Cruyff -dijo- Fue un adelantado a su tiempo. Si hubiera nacido diez años después... Su Spartak ya hacía tiki-taka, y así ganó por 1-3 al Real Madrid".
  • Mal perder. "No entendía que el fútbol es un juego, que a veces ganas y otras, pierdes -explicó el entrenador maño-. Él hacía su película del partido durante la semana, y si no salía así, no tenía el rigor para recuperarse". Otra muestra de su mal perder fue su famosa espantada en Gijón, intentando abandonar el campo harto del mal juego de su equipo. "Me habían dicho que era un tío difícil, pero yo era un enamorado de Mostovoi y mi objetivo era ganarlo como jugador y a nivel personal. Tuve muy buena relación con él", destacó el técnico.
  • Sus amigos. De carácter introvertido, aunque lleno de picardía, Mostovoi no tuvo muchos amigos en Vigo. Lo fueron Giovanella, Revivo, Makelele y el doctor Genaro Borrás, con el que jugaba al tenis. Además, el fisioterapeuta Santomé y Eugenio González, considerado "el padre de Mostovoi" en Vigo. Según Víctor Fernández, al principio receló de Makelele, pero pronto rectificó: "Míster, éste me la da a mí, y va a correr", le susurró al maño.
  • "¿Quién es Zidane?". Mostovoi decía que Zidane no era superior a él. Solo idolatraba a Maradona, contra el que también jugó, y se arrepintió de no haberle pedido la camiseta. Hoy solo considera "fantástico" a Messi.