Han pasado casi 32 años desde la muerte de Jorge José Loira, un joven buenense que a pesar de fallecer con sólo 18 años de edad dejó tras de sí cientos de poemas y una ambiciosa obra plástica y pictórica. Con su muerte quedó vacante "un puesto distinguido en la historia de la poesía española". No es una afirmación gratuita, es el reconocimiento de uno de los grandes de la literatura española, Gonzalo Torrente Ballester. Ahora, más de tres décadas después de que un traicionero aneurisma cerebral provocase su prematuro fallecimiento, se publica "Tetraedro". Es la recopilación de todos sus poemarios, unos poemas que no llegaron a editarse mientras vivió, pero muchos de los cuales enseñó y mostró a otros en busca de consejo y de ayuda para forjar un estilo que le llevase a ese puesto en la Historia que le vaticinaba Gonzalo Torrente Ballester. "Contenía su corazón briosos gérmenes y su cabeza ideas acertadas", le reconoció.

El libro se presenta el sábado a las 20.30 horas en el Centro Social do Mar. Su edición es fruto de más de un año y medio de trabajo y del empeño de su famlia, especialmente de la hermana que no llegó a conocer y que nació cuatro años después de su muerte. "Para nosotros es emocionante y duro a la vez, es casi como una terapia. Y para mí es como la misión de mi vida, poder recopilar sus poemas y que vean la luz en un libro", cuenta su hermana María Loira. Tuvo acceso a ellos desde muy joven, pero fue hace algo más de un año, cuando se quedó en el paro, cuando decidió empezar a reunirlos, ordenarlos y clasificarlos con vistas a la publicación de este libro. Ese proceso significó revisar sus libretas, apuntes de clase... y deparó algunas sorpresas, como encontrar más poemas de los que tenían inicialmente localizados. "Estamos hablando de unos 1.000 poemas, que es una cantidad excepcional si se tiene en cuenta que empezó a escribir con 13 años y que falleció con 18", explican desde la familia. Esa producción poética revela una constante evolución en su estilo y aprendizaje, desde los poemas iniciales marcados por la inocencia hasta los poemarios posteriores, en los que vuelca una visión filosófica e introspectiva. Algunos de esos textos son un reflejo de su concepción de la poesía, como uno que presentó como proyecto para una beca. Era "Mapoetática", una composición en la que plasmaba su concepción de que las matemáticas y la poesía estaban íntimamente ligadas.

"Sus últimos poemas son mucho más sintéticos y hay uno, "Mi cementerio marino" , que es como premonitorio", cuenta su hermana María. Ese poema estaba inspirado en "El cementerio marino", de Paul Valèry, y al él se refería Gonzalo Torrente Ballester en el texto que le dedicó en ABC el 4 de septiembre de 1982, cuando conoció su muerte. " 'El cementerio marino' le interesó hondamente, hasta el punto de traerme un día un poema en el que en él se inspiraba. Discernía con buen tino, pero ponía especial cuidado en no dejarse arrebatar, es decir, en no caer en imitaciones fáciles, sino que procuraba mantener su personalidad independiente", decía el autor de "Los gozos y las sombras". Torrente y Jorge Loira se conocieron en Salamanca, cuando el joven estudiaba allí Psicología. Junto a otros compañeros fundó y dirigía la revista universitaria "Natural-mente". Fue su padre quien le animó a acercarse al escritor, puesto que era un buen amigo de su abuelo y tenía relación con la familia. De ese acercamiento surgió una amistad y la costumbre de tomar juntos un café por las mañanas en la Plaza Mayor de Salamanca, reuniones en las que todo giraba alrededor de la poesía. "Lo voy a echar de menos, estas mañanas de invierno que se acercan, en mi rincón de la Plaza Mayor", decía en su despedida. Una despedida que llegó "antes de tiempo y casi en flor cortado" el talento del joven poeta buenense.