La constante caída de la cabaña en las sierras de A Groba y O Galiñeiro se agudiza. Diversos factores han reducido a la mitad la manada en tan solo cinco años. La crisis económica y la obligatoriedad de colocar el microchip, con los gastos y gestiones administrativas que implica, ha llevado a numerosos ganaderos de los montes del Val Miñor y el Baixo Miño a deshacerse de un millar de caballos salvajes, la mayoría de ellos vendidos a colegas de Portugal en el último lustro. A estas circunstancias, se une ahora la incidencia de la meteorología. Los duros temporales del invierno han causado la muerte a decenas de équidos, al menos medio centenar, según afirmaba ayer el presidente de la Asociación de Gandeiros de Cabalos da Serra da Groba, Modesto Domínguez.

Así lo constataron ayer sus propietarios en el curro de Mougás, que despidió ayer la temporada de rapas en el sur de la provincia de Pontevedra hasta el año que viene con 450 "burras" marcadas y rapadas. Esperaban medio millar, pero finalmente lograron reunir menos, igual que ocurrió en las citas anteriores de A Valga, Torroña, Morgadáns, San Cibrán y Vincios.

El mal tiempo ha jugado este año varias malas pasadas a la tradición milenaria de los curros. No solo ha acabado con la vida de los caballos que no han resistido las ciclogénesis, sino que ha variado el calendario de costumbre. El de Mougás debía haberse celebrado el pasado día 8, segundo domingo de junio, pero la lluvia obligó a aplazarlo a ayer. La convocatoria atrajo igualmente a cientos de personas, que no solo disfrutaron del espectacular enfrentamiento cuerpo a cuerpo entre hombres y bestias, en el que siempre vencen los primeros, sino que pudieron ver en directo el trabajo de los veterinarios que instalaron el dispositivo electrónico de identificación a un total de 150 animales.