A Lanzada congregó ayer a una multitud de personas que acudieron a la ermita, del siglo XII, ubicada en el entorno de la playa para cumplir con los tradicionales ritos de esta romería. Como cada último domingo de agosto, los romeros procedentes de distintos puntos de Galicia, pero también numerosos turistas, no quisieron perderse la jornada central en honor a la Virxe da Lanzada, en un día en el que se mezclan ritos paganos y católicos, cuyos orígenes se pierde en el tiempo.

Desde primera hora de la mañana, el goteo de devotos fue incesante. El tiempo acompañaba y motivó que aumentase el número de asistentes con respecto a otros años. Eso si, cada uno tiene su propio motivo para acudir a la romería. Así, los hay que acuden a cumplir con los rituales que rodean a esta celebración en la que las leyendas tienen un gran protagonismo. Es el caso de Luisa Diéguez, de A Estrada, participó ayer por segunda vez en esta cita, pero este año viene con un propósito más especial. "He venido para pedir a la Virgen por mi hija, que quiere quedarse embarazada y de paso disfrutar de la romería", comentó la estradense, al tiempo que recordaba que se acercarían por la tarde a la playa para recibir "el baño de las nueve olas".

Este baño ancestral consiste en adentrarse en el agua de la playa hasta recibir sobre el vientre el romper de las nueve olas es uno de las costumbres más populares de la cita. Según cuenta la leyenda, las mujeres que durante la noche se bañen en los alrededores de la capilla se quedarán embarazadas. José Gómez, integrante de la Asociación Nosa Señora da Lanzada, organizadora del acto, reconoce con humor que "lo del baño es cierto, pero sin el marido, no funciona".

Por su parte, Josefa Hermo, vecina de Boiro, no se pierde ninguna de las ediciones de la fiesta. Ayer acudió con su familia por décimosexto año consecutivo. Hicieron cola durante tres cuartos de hora para entrar en el templo y poder agradecer a la Virgen para pedir por la salud. Una vez dentro, participaron en el rito que consiste en "barrer el meigallo". "Pasamos por debajo de la Virgen y barremos con una escoba las malas energías, luego le echas unas monedas en la urna y formulas las nuevas peticiones", explica la boirensa.

Hay, como el caso de Audia Calvo, vecina de Pontevedra, que no entra en el templo por motivos de salud, pero si hace pasar un paño por la imagen "para que le de salud".