CARLOS PREGO | VIGO

Retrepado en una de las sillas de su hotel, con los codos apoyados sobre la mesa y una mano bajo la mejilla, Eduard Punset mira con una sonrisa a través de la ventana. Las nubes dominan el cielo y en la calle los transeúntes empiezan a abrir sus paraguas. "Estuve en el exilio en Inglaterra y cuando volví a España añoraba la humedad y la lluvia que se echa de menos en el Mediterráneo", explica. Prestigioso divulgador, abogado, economista... Punset inaugurará hoy, a las 19.00 horas en el Teatro García Barbón, las XIII Jornadas Internacionales sobre Asociacionismo en los Programas Universitarios de Mayores. Su conferencia -avanza- lleva por título "Viaje al Optimismo".

-En el escenario actual, con una crisis contumaz, paro... ¿Existen razones para ser optimista?

-Hay razones porque este escenario puede ser una oportunidad para valorar cosas que nunca hemos valorado hasta ahora; por ejemplo, el hecho de que cada diez años aumente la esperanza de vida en dos años y medio, es algo a lo que la gente apenas presta atención y que está transformando las políticas sanitarias, de prevención? Yo creo que es un momento en el que están ocurriendo cosas que no habían ocurrido nunca antes. Se disfruta de una segunda vida.

-¿Y cómo reaccionamos ante ese nuevo escenario?

-Hoy en día el problema no es ver hasta qué punto puede la gente disfrutar de su vida, sino hasta qué punto puede prolongarla y qué hace con estos años. Yo creo que a la medicina española todavía le falta transformarse en una medicina de la sanidad y no solo de la enfermedad, como era antes. Y eso exige reconsiderar todo el sistema.

-¿Qué las diferencia?

-Hay una diferencia enorme. La medicina de la enfermedad está destinada a solventar y resolver los problemas creados por la enfermedad. Algo muy distinto es la medicina que no solo se destina a la curación de enfermedades, sino a la transformación de la vida, a determinar qué podemos hacer con esos años extra heredados de los que no sabemos todavía nada.

-Usted es un referente la educación y de divulgación, ¿cómo ve el sistema educativo en España?

-Cuando se analizan objetiva y comparativamente sistemas educativos, se llega a la conclusión fácil de que el español es uno de los peores existentes en las economías desarrolladas. Es muy malo. Hay organismos internacionales acreditados de sobra a este respecto que se pueden consultar. Es absolutamente imprescindible reformar el sistema educativo; eso quiere decir una cosa tan sencilla como aceptar que las necesarias competencias de hoy día para encontrar trabajo son distintas de las que nos podíamos encontrar hace unos años.

-Usted es un defensor de fomentar la intuición en la educación.

-Uno de los grandes descubrimientos de los últimos tiempos ha sido constatar que la intuición es una fuente de conocimiento tan válida como la razón, como mínimo. Y se ha sabido en qué momento de la vida era mejor para aprovechar esta explosión de la mente, los menores de diez años. Si uno se olvida totalmente de la intuición y se cree que solo la verdad está en la razón se equivoca de lleno. Y este es uno de los grandes descubrimientos que va a marcar el sistema educativo en los próximos años.

-Su labor divulgativa en Internet es muy intensa, ¿cree que se están aprovechando bien las posibilidades de la Red para compartir y transmitir conocimiento?

-Estamos en una situación muy distante de lo que es utilizar las nuevas competencias en el viejo entramado educativo. Qué duda cabe de que, en Internet, por ejemplo, se está respondiendo de una manera exterior a necesidades que son universales; me refiero, por ejemplo, al conocimiento de la genética, no solo en educación, sino en la propia formación medicinal. No se utiliza suficientemente.

-¿Qué opina del referéndum convocado en Cataluña?

-Yo siempre he pensado que era bueno preguntar a la gente. Yo soy partidario de que a la gente se le pregunte lo que quiere. Esta acepción de más intuición y menos estado indica que, puesto que hemos creado autoridades autonómicas, les demos las competencias necesarias para que puedan ejercer de una forma inteligente su cometido. No hacen falta grandes estados.