Miles de personas llenaron ayer durante todo el día el atrio de San Martiño, la parroquia original de Moaña, así como los furanchos que se suceden en el recinto de la fiesta, en los bajos de las casas y en los terrenos particulares. Por la mañana la afluencia fue alta. El día amaneció soleado y esto atrajo a muchos vecinos de todo el municipio, que disfrutaron de la jornada festiva. Cientos de fieles acudieron a una misa solemne que arrancaba a mediodía, cantada por el Orfeón Moaña y que fue seguida de la tradicional y concurrida procesión.

Partió del templo parroquial a las 13.10 horas. Las imágenes de la Virgen del Carmen y del San Martiño recorrieron la zona hasta dar la vuelta en el Cruceiro. Los fieles, entre los que se encontraban autoridades como el alcalde, José Fervenza, y varios miembros del equipo de gobierno, regresaron al atrio para dar una vuelta a la iglesia. Sobre las 13.40 horas, antes de que finalizase la liturgia religiosa, la comitiva se detuvo ante la entrada del templo para escuchar, a capella y por segundo año consecutivo, el "Himno da Parroquia e do Santo Patrón".

Los furanchos ya se habían empezado a llenar sobre las 12.30 horas, pero fue al finalizar la procesión cuando los moañeses tomaron posiciones para pasar una jornada con amigos y familias degustando el vino y la gastronomía tradicional. Las bandas de música Airiños do Morrazo y Cultural de Arcade pusieron el ritmo.

La noche ya había sido larga, pues los chaparrones no evitaron que los más jóvenes prolongasen la fiesta hasta el amanecer. Eso sí, el mal tiempo en esta edición de las fiestas más concurridas de Moaña no afectó a todos por igual. Los responsables de algunos puestos reconocen que las ventas descendieron bastante con respecto a años anteriores. "Houbo anos mellores. Adoitamos vender uns 400 litros por ano de viño, pero nesta ocasión só levamos pouco máis de 100 litros, e queda o día de hoxe, porque mañá, ao non ser festivo, haberá moita menos xente", explica Adelaida Portela, que regenta uno de los puestos instalados en la explanada de la casa rectoral. Las lluvias hicieron que mucha gente dejase la verbena en la víspera del día grande. Señala que les fue mejor a los que montaron sus puestos en la parte baja del atrio, con una gran carpa "onde se refuxiaron moitos dos xóvenes que estaban a facer botellón", indica.

Responsables de varios establecimientos en esta zona reconocen que el año no está siendo malo en cuanto a ventas. "Vendimos unos 120 litros de vino, pero aquí se venden, sobre todo, cubatas de distintas bebidas", explican Breixo Antepazo y Lúa Miranda. Sin embargo, señalan que el mal tiempo o la crisis se notó en esta ocasión. "No hubo tanto ambiente como otros años, ni siquiera el domingo por la mañana, cuando solía venir mucha gente a tomar un vino", desvelan. Eso sí, ayer no se cogía bajo la carpa a la hora de comer. Un grupo de gaiteiros fue la mejor de las atracciones.

En los furanchos que abren año tras año en los bajos de las viviendas históricas de Moaña la situación fue distinta, pues apenas notaron diferencias con respecto al vino que se vende otros años. "Depende moito da calidade do viño que sirva. Nós o ano pasado vendemos 500 litros, e nesta ocasión non levamos nin 300, pero nos dous días que quedan igual servimos todo", señala Suso Martínez, que lleva cuatro años de furancheiro en este evento.

Un poco más abajo, cerca del Cruceiro, el furancho de Manuel Carrera estaba lleno. "Dende o venres vendemos 300 litros de viño, igual que outros anos, esperamos acabar os barriles antes de que remate a festa mañá pola noite (por hoy)". Mientras los pulpeiros y el churrasco asado son una constante en todo el entorno del atrio, en los furanchos son las castañas, el bacalao o las empanadas los productos gastronómicos más consumidos.

No todos los furancheiros cuentan con años de experiencia en la materia. "Es la primera vez que abrimos, vendimos más de 100 litros de vino pero sobre todo tapas, porque ofrecemos algunas distintas", explica Rebeca Blanco junto a sus compañeros del Furanchef. Como el resto de personas que buscan en San Martiño sacarse un dinero que alivie las dificultades propias de la crisis, en este caso tampoco está sobrando el tiempo para dormir. "La pasada noche, con las gaiteiradas, tuvimos gente hasta pasadas las 6.30 horas". A mediodía de ayer estaban todos en guardia de nuevo.

A las 20.00 horas de ayer, cuando los furanchos volvían a mostrar el aspecto de un día grande de fiesta, regresó la música con varias actuaciones a San Martiño. La verbena nocturna se prolongó pese a que el día de hoy ya es jornada laboral para los adultos de la villa y de clase para los jóvenes.

Sin embargo la programación festiva continúa hoy con una jornada dedicada a la virgen del Carmen. Al mediodía vuelve a celebrarse una misa seguida de una procesión, en la que se cantará el Salve Mariñeira. Por la noche las orquestas Charlestón Big Band y Pontevedra serán las encargadas de despedir las Festas de San Martiño hasta el próximo año.