El artista cubano retoma la gira española de 'Renacimiento', un disco que supone un "renacer personal y profesional" tras seis años sin publicar un álbum. Después de superar un trasplante de riñón, donado por su esposa gallega, Nancy Pérez, con la que reside en Mazaricos, Pablo Milanés asegura que disfruta de una salud de hierro. En esta entrevista aborda también las expectativas del restablecimiento de relaciones entre Cuba y EE UU.

-¿Por qué 'Renacimiento'?

-El título tiene dos significados. El primero es que he sido fanático del periodo renacentista y barroco. La otra explicación es que llevaba años sin hacer un disco y ha sido como un renacer porque llevaba seis anos prácticamente sin publicar un álbum. Siempre hacía uno o dos discos anuales. En mi espalda llevo 54 discos. Había interrumpido la carrera porque estaba deficiente de actividad y ahora ha sido un renacimiento.

-¿Este álbum es una reflexión sobre la cotidianidad cubana?

-Si, es una reflexión cubana y universal también.

-¿Cuáles son los ingredientes que componen el universo musical de 'Renacimiento'?

-Precisamente hay mucha música de corte renacentista y barroca mezclada con música cubana que he interpretado pocas veces como el changui (que es un genero desconocido fuera de Cuba), el son, la conga. Son géneros que se utilizan poco dentro de las composiciones cubanas actualmente y en el mundo. Y resultan una base extraordinaria para crear música.

-¿Como reza su canción, Pablo Milanés está en paz con la vida?

-Sí, como no. Y conmigo mismo también estoy en paz. Yo creo que con la vida no se puede estar en paz mientras uno mismo esté inquieto. Es con uno mismo con el que hay que estar en paz.

-Canta a La Habana. ¿La han dejado caer en la miseria y la soledad como dice en la canción?

-No la han dejado en la miseria y la soledad. Creo que en La Habana se hace una reconstrucción de algo muy parecido a lo que fue La Habana. La Habana fue una ciudad deslumbrante y todavía lo es en medio de su destrucción, pero vale la pena echar un vistazo a esta ciudad y creer que fue una ciudad hermosa que se está cayendo.

-¿Cómo le cambia la vida el riñón que le trasplantaron ?

-Muchísimo. La vida te cambia en todos los sentidos. Pero bueno, lo principal es la salud y me la ha cambiado completamente. Me ha devuelto las ganas de trabajar. Los exámenes de todos los meses revelan que tengo una salud parecida a lo extraordinario. Requiere un sacrificio.

-Su esposa, Nancy Pérez, le donó el riñón. ¿Fue un acto de amor verdadero?

-Ha sido un acto de amor irreprochable. Mis nueve hijos querían ser donantes y otros amigos también, pero la convicción de ella para imponerse a todo el mundo fue un convencimiento de amor.

-El próximo 27 de febrero, Estados Unidos y Cuba retomarán las negociaciones. ¿Cómo valora el restablecimiento de las relaciones entre los dos países?

-El restablecimiento de las relaciones lo veo muy positivo para los dos países pero sobre todo para la familia cubana de Estados Unidos y de Cuba que se reunificarán definitivamente. Ambos países deben ceder pero hay que tener claro que el pueblo cubano es el que tiene que salir favorecido de todo esto más que nadie.

-¿Las medidas aperturistas de Cuba dan sus frutos o nada ha cambiado?

-Todo lo que se está haciendo en Cuba es simplemente un maquillaje, que no afecta a la gran población de a pie. La mayor parte de los obreros todavía no ven ningún tipo de cambios. En este sentido, no ha cambiado nada en el país.

-En recientes entrevistas ha hablado de los años que pasó en los campos de concentración de la UMAP. ¿Aún espera el perdón del Gobierno cubano?

-No es la primera vez que lo digo y lo he planteado a las más altas esferas del Gobierno. Hace años que lo repito y he insistido a los más altos niveles de Cuba: en algún momento el Gobierno cubano tiene que pedir perdón por esto que hizo con 40.000 personas.

-¿Sigue considerándose un revolucionario?

-Naturalmente, todo lo que estoy haciendo es porque soy un revolucionario, de lo contrario me quedaría callado.

-¿Los recientes atentados en Charlie Hebdo ponen límites a la libertad de expresión?

-No creo que la libertad de expresión tenga unos límites, pero sí creo que el mundo está cambiando de una manera que jamás íbamos a imaginar. En la Edad Media, las religiones cristianas trataron de imponerse a los musulmanes y ahora los musulmanes tratan de hacerlo en Occidente. De las dos formas han sido crueles y los dos hay que condenarlos de la misma manera. El mundo es cíclico y da la vuelta, la historia es así.