Tenía ocho años cuando vio, por televisión, un número de David Copperfield. Fue entonces cuando Pedro Volta comenzó a soñar con ser mago. Ahora, dice, sueña como un niño, pero también hace soñar al espectador desde su butaca. El ilusionista pontevedrés regresa hoy a Vigo con su tercer espectáculo, "Almacén de ilusións", que representará a las seis de la tarde en el Teatro Novacaixagalicia, y en el que recrea algunos de los trucos de los grandes prestidigitadores de la historia.

-¿Cómo es este "Almacén de ilusións"?

-Es un espectáculo nuevo en el que el escenario se convierte en un almacén antiguo, lleno de cajas que contienen algunos de los trucos de los grandes magos de la historia, como Robert Houdin, Howard Thurston y Houdini. En uno hacemos brotar flores y naranjas de un árbol y en otro me cuelgo boca abajo a varios metros sobre el suelo para escapar de una camisa de fuerza. Y luego hay una sorpresa final, un número nuevo de escapismo.

-Es un número de altura...

-Sí, sí (risas). Pero también busco la poesía visual con números que tienen historias evocadoras. En este show usamos la animación en 3D y tecnología de realidad aumentada, de forma que el público ve el almacén de una forma mágica.

-Para este show ha contado con la colaboración de Jim Steinmeyer, creador de efectos mágicos para Copperfield.

-Sí. Steinmeyer es uno de los mayores creativos del mundo de la magia y trabaja para Copperfield y la factoría Disney. Compramos una de las ilusiones de este show, que tiene como elemento un ascensor antiguo. Ha sido complicado traer el material desde Las Vegas y el montaje del espectáculo también es bastante complejo porque requiere tiempo, y muchas veces vamos contrarreloj.

-¿En la magia se pueden crear nuevos trucos o ya están todos inventados?

-Siempre se puede innovar, sobre todo en la presentación de los números.

-¿Recrear un número de Houdini es lo más complicado?

-Todo es difícil en la magia, aunque siempre los números de escapismo son más espectaculares para el público, sobre todo cuando lo haces colgado.

-¿Su mayor temor es cometer un fallo y destapar el truco?

-El fallo es una cosa que tenemos presentes todos los artistas, pero tienes que arriesgarte. Sin embargo, creo que si el número está bien preparado, el público te perdona el fallo. A veces es inevitable, pero si te sale mal y te pillan, intentas sacarlo adelante. La gente pide que cada vez hagas cosas más impactantes y esta también es la manera de que tú evoluciones como mago.

-Ustedes los magos tienen mucho de psicólogos...

-La psicología es fundamental en la magia porque hacemos que la gente vea lo que queremos que vea. Y para ello hay que saber captar su atención. En un espectáculo de una hora y cuarto hay diferentes emociones. El objetivo de la magia es sorprender al público y también que sueñe despierto.

-Los sueños son muy importantes para usted. Lo digo también por su frase de presentación: "Cuando era pequeño soñaba con ser mago. Ahora que lo soy, sueño como un niño"...

-Creo que es una frase que define muy bien mi trabajo. Todos tenemos algo de niños y necesitamos ese punto de fantasía, sobre todo en estos tiempos. Necesitamos un poquito de magia, de ensoñación, necesitamos creer que todo puede ir un poco mejor.

-En este show recrea algunos de los trucos de los grandes magos. ¿Con cuál se queda?

-Tengo influencias de muchos, pero no se trata de imitarlos o de quedarse con uno, sino de trasladar la magia a mi propia personalidad.