La danza y contradanza en honor al santo se bailará como todos los años en tres ocasiones, la primera y más ceremoniosa en el atrio, tras la misa de las 12.30, con la procesión alrededor del templo. Los danzantes hacen las venias mientras San Sebastián, acompañado de la Virgen del Carmen, sale de la iglesia, pidiendo así permiso para un baile que protagonizan 5 mujeres, y 10 galanes bajo las órdenes de un guía y al son de un gaiteiro y un tamborileiro. El pequeño atrio, todavía pendiente del demandado arreglo, se hace pequeño para tanta avalancha de gente. El día es fiesta en Aldán y en muchas casas se cumple con la tradición de reunir a la familia. A un lado, el Pazo de los Condes de Aldán, que en este día se abría hace años para que damas y galanes bailaran en el jardín, permanece ahora cerrado.

El segundo de los bailes es en O Torreiro, a las cinco de la tarde, cumpliendo con la misma tradición de hace años. Y después se repite en la alameda, la última ubicación que se incorporó a la danza cuando la asociación que se encarga de velar por su mantenimiento, decidió dejar de bailar dentro del pazo.

La danza es fiesta de interés turístico desde hace siete años y se mantiene viva desde 1678. Las propias familias de la parroquia fueron las que hicieron posible que este baile perdurara en el tiempo al pasar como una "herencia" de padres a hijos. De hecho dentro del grupo bailan padre e hija como es el caso de Antonio Docampo, el guía, y su hija Pilar que lo hacen desde hace años. Como novedad, este año, en el grupo se incorpora una mujer, Irene Carballo, hija del desaparecido Antonio Carballo.

El párroco de Aldán, Juan Pego, estará de nuevo oficiando la misa, a la que suelen acudir también otros sacerdotes invitados y vinculados por nacimiento a la parroquia. El año pasado lo hizo el párroco de Ponteareas, Eugenio Nerga.

En la danza y contradanza, además de los propios pasos de la muiñeira que ya le dan belleza, se suma la vestimenta llena de contrastes. Las mujeres bailan con altos sombreros de flores de colores y cintas también multicolor cayendo sobre la espalda y enredando con una larga trenza de pelo. Sobre sus hombros lucen bordados mantones de Manila, camisa también bordada, blanca, con vueltas y vueltas de collares llamativos y falda larga con enaguas, blanca y con mandil negro.

Los hombres, por contra van de negro, sombrero, y castañuelas en las manos con las que marcan también los pasos de la muiñeira. La danza, que dura unos 45 minutos se baila con el guía al frente, y las damas y galanes formando tres filas. El baile empieza lento, hasta casi monótono, y va cogiendo fuerza a medida que transcurre el tiempo, con punteos y vueltas hasta que la danza acaba en contradanza.

En el fondo esta fiesta, que hoy parece más pagana, sigue conservando un marcado carácter religioso, incluso de los propias personas que bailan. muchas lo hacen por ofrecimiento y una promesa al santo.