Las obras de esta exposición se presentan divididas bajo cuatro títulos: Imágenes para educar en la fe, Imágenes para alimentar el alma, Imágenes para la eternidad e Imágenes para la conciencia. Toda la colección resalta no solo los aspectos estéticos de las esculturas y pinturas, sino también la función que desempeñaron, el mensaje que todavía hoy transmiten. Así, dentro del apartado religioso, las obras muestran el afán evangelizador de la Iglesia. Como explicó la comisaria de la exposición en la visita inaugural, Beatriz Liz, a través del arte se lograba "transmitir en con una imagen el mensaje a todos aquellos que no sabían leer o escribir". La comisaria estuvo acompañada del director del museo, José Ballesta, y el concejal de Cultura, Cayetano Rodríguez, entre otros asistentes.

En esta sección destaca la figura de San Andrés, de Isidoro Brocos (1881), una pieza singular en la creación del autor pues cedió a los cánones eclesiásticos de la creación, aunque dejó impresa la espontaneidad que le caracterizaba en la expresividad de la cara del santo. Además, se pueden ver dos bocetos de Santiago Padrós que representan obras de mayor envergadura que fueron acometidas en la Concatedral viguesa: un ángel y dos desnudos en el paraíso que se pueden ver en este templo. Sobresale también un Santiago Apostol sedente. Su peculiaridad reside justamente en su postura, pues solo se conoce la existencia de dos esculturas más en esta disposición, una en la catedral de Santiago y otra en la de Ourense.

Los ejemplos de virtud representados en mártires y santos dan paso a obras que inciden en la creación de una conexión más íntima con Dios, a través de la representación del sufrimiento que Cristo vivió por la humanidad, la Pasión. Aquí se encuentran piezas que se exhiben por primera vez, como el Cristo de la capilla de la Misericordia de Vigo. Este templo existió desde el siglo XV al XX y se encontraba en la calle Elduaney. También hay otras de gran belleza como los crucifijos hispanofilipinos e hipanomexicanos empleados en las misiones.

Además del arte sacro, la exposición cuenta con imágenes que recogen el culto a la persona de carne y hueso. Esta vertiente encuentra su representación oficial en los retratos de aparato, aquellos destinados a resaltar la posición social y política de una persona. Se puede ver, por ejemplo, un bosquejo de Francisco de Goya sobre Carlos V. Le acompañan además la veneración más íntima: las miniaturas de seres queridos. También hay obras curiosas y reseñables como dos pequeños retratos realizados por el músico vigués Manuel Martí o la obra de una desconocida para el gran público Aleijda Wolfsen, que cuenta con una producción amplísima de retratos.

La creación por pura admiración también encuentra lugar en esta exposición. A la representación de grandes nombres de la historia, como Cleopatra o una Tulia de Agustín Querol no expuesta hasta ahora, se suman otros que causaron furor en su momento por su arte y belleza, como el busto de la de la actriz Sophie Alexandrine Croizette.