Óscar Méndez | Vigo

"Los franceses querían una ciudad que no era suya. Vigo nos pertenecía a nosotros y, como éramos más fuertes que ellos, les derrotamos en una batalla en estas calles. Yo también hubiese peleado porque al igual que los vecinos de la época soy muy valiente". Iago Alonso es uno de los 400 niños que ayer participaron en la Reconquistiña por los principales rincones del Casco Vello. Pese a no portar pistolas ni rifles, los pequeños iban armados hasta arriba. Cada uno de ellos había elaborado su propio tambor artesanal, instrumento con el que avisaban a las tropas galas de que su final está muy próximo. "El domingo volverán a ser derrotados porque están condenados a perder. No se enteran de que nosotros somos más listos y pelamos en casa", señala Carlota Rodríguez, alumna de cuarto de la ESO del colegio Niño Jesús de Praga.

Los 400 chavales estaban citados a las diez y media en Praza da Pedra, pero no acudieron solos. Profesores y familiares acompañaron en el desfile musical a los jóvenes estudiantes. Solo tenían que cumplir una norma: acudir caracterizados como milicianos vigueses o soldados franceses. Los propios progenitores se mostraban tanto o más entusiasmados que sus hijos. "Es una actividad fantástica porque es vital que los niños conozcan la historia de la ciudad", comentan Eva Tenorio y Úrsula Sánchez, madres de dos de las participantes.

No todos los colegios de la ciudad se suman a la iniciativa de la Asociación de Vecinos del Casco Vello, pero los que lo hacen suelen repetir. "Probamos el año pasado por primera vez y acabamos encantados. No podíamos faltar", asegura Ángeles Rodríguez, directora del colegio Altamar, quien añade que "lo importante es pasarlo bien y fomentar el conocimiento de un suceso histórico trascendental para Vigo.

Ataviados para la ocasión

Los ciudadanos que ayer se cruzaron con el pequeño ejército infantil pudieron comprobar que los alrededor de 400 niños lucían sus impecables trajes de la época. "Me ayudó mi madre a elaborarlo para que luciera bonito", explica Itziar Píchel, de 10 años. Menos suerte tuvieron los alumnos que se presentaron como soldados galos. "Me tocó por sorteo pero yo no soy ni seré francés. El domingo pienso a animar a los nuestros", indica Jorge Alonso, alumno del Niño Jesús de Praga.

La imponente marcha militar solo se detuvo junto a las escalinatas del Marco, donde pequeños y mayores entonaron sus mejores voces para cantar una serie de canciones populares con las que amedrentar a las tropas invasoras. Acto seguido, la comitiva se dirigió hasta Praza do Berbés para disfrutar de una serie de actividades lúdicas que acompañaron con un merecido vaso de chocolate, indispensable para reponer fuerzas tras el agotador desfile.

Su misión ya había finalizado. El pequeño ejército de milicianos de metro y medio dejó su impronta en la ciudad. Los más pequeños de la urbe indicaron a los franceses donde está la puerta de salida y, bajo el sonido de sus tambores de guerra, no rehuyeron el combate contra las tropas extranjeras. "Si quieren pelea la van a tener", apuntaba uno de los alumnos presentes durante la marcha. Finalmente, y al grito de "¡Viva Vigo!", los presentes se volvieron a citar en el barrio histórico en la tarde del domingo para presenciar la recreación que llevarán a cabo las más de 500 personas que pelearán por reconquistar la ciudad.