Comenzó el 12 de abril en Madrid la gira de presentación del que es su quinto álbum de estudio, "Thank you for the boots", "más luminoso y vitalista que los anteriores", como ella misma lo define, grabado en tres tardes de ensayo que han dado como resultado un sorprendente cóctel musical en el que lo mismo suena el pop que ramalazos de jazz. Imposible –e innecesario– etiquetar un trabajo tan hermoso y sensible como "alegre", con el que Maika Makovski ha querido rendir culto a la amistad y que hoy (21.00 horas) presenta en el teatro Principal de Santiago.

Se le nota feliz a esta compositora y actriz de ascendencia macedonia y andaluza aunque nacida en Mallorca, que vive un momento dulce en su carrera, aupada por su participación en la obra de teatro "Desaparecer", con Juan Echanove en el reparto y la dirección de Calixto Bieito.

–Dinámico, vital y luminoso. Así define usted este último trabajo, ¿es que antes no se encontraba así?

–Siempre he dicho que mi música era claroscura, pero ahora me ha salido mucho más clara que oscura, reflejo de mi momento vital. He pasado casi cinco años escribiendo música densa y seria, explorando estados de ánimo tenebrosos, pero hacía un tiempo que el momento era dulce y, llegada la hora de escribir otro disco, supe que era tiempo de pasarlo bien. Este es un disco luminoso, un disco de canciones, con sus estrofas y estribillos, y todas ellas tratan de una manera u otra sobre la amistad. He quitado el exceso de análisis que había en mi cabeza y me ha salido todo mucho más fluido. Todo tiene que ver con la persona y con la aceptación de uno mismo.

–¿Lo de las botas del título es una metáfora o una realidad?

–Ambas cosas. Es una realidad porque hace más de doce años una amiga me regaló esas botas y no me han dado ningún problema. Son duras e irrompibles, resistentes, como las amistades, unas botas que permiten caminar por la superficie y a la vez brindan el apoyo del camino. Las sigo conservando. Las uso y no se han roto ni una vez. Es la razón por la que el disco lleva ese título ("Thank you for the boots": gracias por las botas), es una forma de agradecer la ayuda de todas las personas que me han apoyado.

–Imposible de calificar su disco. Suena o recuerda a un poco de todo, desde pop a rock e incluso aires de jazz, con un protagonismo imprescindible del piano. ¿Le salió así o es que realmente buscaba esa mezcla de estilos?

–La verdad es que no buscaba nada, solo divertirme y disfrutar de esta etapa creativa. Me resulta complicado definir mi música porque intento traducir mis momentos a sonidos, es decir, que trato de traducir la vida lo mejor que puedo componiendo y cantando canciones. Y como en todas las vidas, hay de todo, momentos oscuros, luminosos o llenos de esperanza, también de aceptación, como decía antes. He tratado de aceptarme y lo que me apetecía era divertirme tocando. Eso también quiero trasladarlo al público, que todo el mundo se encuentre a gusto. Tiene que fluir la energía entre el espectador y la banda. En la música no me interesan las etiquetas y con la mezcla de sangres que tengo, es normal que la fusión o la mezcla de estilos surja de forma natural.

–¿Es el piano un instrumento para tocar canciones felices, como es el caso de este disco?

–El piano es un instrumento casi infinito, y podría explicarse con él lo que uno quisiera.

– Desde que se subió al escenario para poner banda sonora a la obra "Desaparecer" no ha parado. ¿Qué le ha aportado el teatro?

–Sobre todo, serenidad. Tuve la suerte de que Calixto Bieito se fijara en mí para acompañar a Juan Echanove en el escenario. "Desaparecer" es un viaje nocturno con música y palabra en el que toco el piano, con canciones originales. Fue una forma diferente de trabajar y salió todo muy fluido. El personaje hay que sentirlo y yo lo noto tocando. Me ha calado y creo que ya forma parte de mí. Me ha ayudado también a escuchar a los demás y a mí misma mucho más.

–Empezó tocando para unos pocos espectadores y hoy llena salas de todo el mundo.

–Se debe a un trabajo de base. Hemos ido creciendo. Estamos en un momento muy bueno, con proyectos muy estimulantes. Esta nueva gira nos ayuda a renovar energías que descargamos sobre los escenarios.

–Habla en plural, se refiere a su banda, claro. ¿Ha encontrado con ellos la conexión ideal?

–Somos una banda estable formada por David Martínez (batería), Luque (bajo y percusión,) y Oskar Benas (guitarra y coros). Nos conocemos, nos escuchamos y hemos ido subiendo peldaños, tanto en el plano personal como en el musical.

–Estar inactiva no es lo suyo, ¿qué proyectos tiene, aparte de esta gira de presentación?

–Estamos preparando un nuevo álbum, con canciones que hablan de una posguerra futurista tras una revuelta popular.