Está a la altura de las circunstancias, que ya es decir, y hay que calificarlo como un magnífico documental que se acerca a la figura del bailarín Sergei Palunin desde una doble y reveladora perspectiva, la íntima y familiar, por un lado, y la profesional y artística por otro. En ambas el director Steven Cantor efectúa un trabajo más que notable que se ve favorecido por la abundancia de material filmado de la infancia y adolescencia del protagonista, merced a los numerosos vídeos que su madre grabó de los ensayos de su hijo. El largometraje permite así que nos adentremos en una trayectoria realmente singular y privilegiada.

La figura de Polunin es, desde luego, un señuelo más que llamativo no solo para los amantes de la danza y de la cultura en general, también para quienes tengan interés en auscultar en profundidad los problemas de una familia rota por las circunstancias.

Porque para que el hijo de una familia humilde nacido en una localidad del sur de Ucrania se convirtiera en uno de los mejores bailarines desde los tiempos de Rudolf Nureyev, asombrando a todo el mundo, el pequeño genio fue sometido a un régimen estricto y casi inhumano y obligó a sus padres, al carecer de medios para que Sergei se formase, a separarse, de modo que el padre, Vladimir, se marchó a Portugal a trabajar y su madre a Grecia. Solo gracias a su abuela pudo salir adelante.

Los resultados, eso sí, fueron espectaculares y además de entrar a formar parte en 2007 del prestigioso Royal Ballet de Londres logró en apenas tres años convertirse en primer bailarín del mismo. Nunca nadie había alcanzado semejante hito hasta ese momento.

Pero si eso parecía increíble, mucho más lo era el que en 2012 y con solo 22 años optase por colgar sus zapatillas alegando, víctima de una grave crisis, que el artista que llevaba dentro estaba muriendo y que se sentía profundamente desgraciado. Obviamente, los estragos familiares y el alejamiento de sus padres el pasaban factura...

La otra faceta, la cultural, es todavía más interesante si cabe y además de fragmentos excelentes de diversas obras acoge dos proyectos esenciales en el trabajo de Polunin catalogados de 'milagro visual'.