Resalta, por encima de todo, por su extraordinario colorido y porque elige como personajes a una criaturas, liderados por el simpático y valeroso pulpito amarillo Deep, que habitan uno de los lugares más recónditos y desconocidos del planeta, las zonas abisales de nuestros océanos.

Con ello es verdad es que se aporta un atractivo visual considerable a las imágenes, aunque a costa de ocultar por completo una realidad que es la que define estos escenarios, concretamente la oscuridad, la presencia de ignotas especies que pueblan los fondos marinos y la presencia de especies desprovistas de color y de aspecto siniestro. Junto a ello, la necesaria colaboración de unos diálogos brillantes e imaginativos, fundamentales por lo exhaustivos que son, no se ha resuelto con los resultados apetecidos, dando pie a momentos un tanto desangelados.

Así las cosas, este primer largometraje de animación del director Julio Soto Gurpide, que se ha curtido en el documental y en el corto, denota a todas luces su condición de espectáculo reservado a los más pequeños, con un argumento inspirado a grandes líneas en la inolvidable cinta de Disney Buscando a Nemo. Lo que equivale a decir que estamos ante la aventura de un grupo de peces y otras especie marinas que han iniciado un viaje por diversos mares del planeta para hallar la solución a sus problemas.

En esta historia, el objetivo no es otro que encontrar un nuevo hogar para toda la comunidad en donde puedan vivir libres y sin amenazas de ningún tipo. Y lo peor es que para ello necesitan la ayuda de un gigantesco amigo, un cachalote que pueda abrir paso en un feudo cubierto por rocas descomunales que atrapan a sus allegados. Con el mandato del guardián de abismo, el Kraken, Deep y los suyos han de llegar al Ártico, superando las trabas de todo tipo que encuentran, incluidas las maniobras de tres astutos enemigos, un pingüino, una morsa y un delfín. Una misión casi imposible en la que se toparán con los despojos del Titanic y con una Nueva York tragada por las aguas.