Había margen, desde luego, para llegar más lejos y para hacer, incluso, una comedia divertida y ejemplar, sobre todo porque se ha contado con un reparto antológico en el que figuran tres actores, Javier Cámara, José Coronado y Roberto Alamo, todos premiados con el Goya, que son los más en forma, probablemente, de nuestro cine.

Aunque a la postre las cosas no han salido tan bien como se presumía, en gran medida por una segunda mitad que está por debajo de la primera y se sale a veces de órbita, lo que se nos ofrece no es del todo rechazable. De hecho, hay instantes para sonreír y otros en los que el humor es más efectivo. Y, sin duda, esta tercera película del director Carlos Theron, tras 'Fuga de cerebros' en 2011 e 'Impávido' en 2012, eleva algo el nivel de su filmografía, que tiene aún un margen de mejora.

Reunir a Cámara, Coronado y Alamo en un producto que tiene como principal objetivo la risa es digno de encomio y una receta casi infalible, cuyas ventajas se advierten en una primera media hora reconfortante. Incorporan a sendos cuñados que adoran a sus hijas, ya veinteañeras, en momentos en que se está decidiendo su futuro.

Tanto es así que la película comienza con los prolegómenos de la boda de una de ellas, la hija de Arturo, que acaba frustrándose porque ella está enamorada de otro hombre. Es así como se abre un cúmulo de despropósitos que son consecuencia de la nula compatibilidad entre padres e hijas, hasta el extremo de que los primeros, convencidos de que sus futuros yernos podrían ser un anarquista, un fotógrafo argentino demasiado mayor y un joven sin la más mínima empatía, ponen en marcha un plan desesperado y mentiroso para que las tres parejas rompan sus relaciones.

Es en la fase final, en la que los grotescos bulos de los 'supercuñados', que son como ellos mismos se han rebautizado, salen a la palestra, en la que se pierden un tanto los papeles al llevar las cosas a unos terrenos harto ridículos. Con ello se pierde parte de la vitalidad de la cinta y afloran altibajos que por fortuna desaparecen con un desenlace ingenioso.