Comienza bajo el signo de la comedia, aunque de tintes muy negros, y ofrece los suficientes estímulos en la primera media hora para no sólo meter de lleno al espectador en lo que está viendo, algo tan grave como una pandemia de gripe A que amenaza a todo el mundo, también para aportar un sentido del humor con indudable efectividad.

Tanto es así que da la impresión en esos momentos que vamos a seguir la vía propia de un cine argentino que sabe cómo afrontar los problemas más delicados desde posiciones atípicas y francamente jugosas. Una circunstancia a resaltar como se merece ya que estamos ante la opera prima de un montador, Nicolas Goldbart, que demuestra tener recursos suficientes para enfrentarse a la dirección.

El problema, sin embargo, es que cuando la comedia se margina, el drama se impone y con ello se abre camino al terror puro y duro, incluso con derivaciones al gore, se experimenta un tremendo vuelco en la cinta y no precisamente en sentido positivo. Y, por otra parte, se hacen ostensible entonces las evidentes influencias de su largometraje, muy condicionado por dos películas en concreto, las españolas Rec, que le ha facilitado todo el esquema y el punto de partida, y La comunidad, que le regala la ambientación en el seno de una edificio con inquilinos con diversidad de intereses.

Sin olvidar, asimismo, el peso de la obra de John Carpenter, sobre todo en los momentos más escabrosos. Salta a la vista que Goldbart, responsable también del guión, que recibió por el mismo un premio en el Festival de Sitges, no responde a idéntico nivel cuando se vale de la burla o de la crítica desenfadada y cuando renuncia a esa perspectiva en aras a ponerse, más que serio, tremendamente pesimista. Es más sus fotogramas pierden intensidad y capacidad de atracción y la cinta se desinfla casi por completo.

Entonces las desavenencias entre Coco y Pipi, ella embarazada de siete meses, que han sido la verdadera tabla de salvación del relato y que fluyen al amparo de la cuarentena que han declarado las autoridades argentinas siguiendo la pauta de otros muchos países, se esfuman.