[***] -- Dirección: Alberto Rodríguez. Guión: Rafael Cobos, sobre un argumento propio y de A. Rodríguez. Fotografía: Álex Catalán. Música: Julio de la Rosa. Intérpretes: Mario Casas, Antonio de la Torre, Joaquín Núñez, José Manuel Poga, Imma Cuesta, Julio Villagrán, Estefanía de los Santos, Alfonso Sánchez, Carlos Olalla, Lucía Guerrero. Duración: 93 minutos. Nacionalidad: Española.

Su sólida factura y sus logros en la caracterización de los personajes, hasta el extremo de que el espectador se contamina de todos ellos, no es ninguna sorpresa si se repara en que Alberto Rodríguez, el director, es autor de dos títulos de la talla de 7 Vírgenes y After.

Los logros de ambos títulos, especialmente del primero, cristalizan con más intensidad en este drama policíaco que nos acerca a la Sevilla de los años anteriores a la Expo de 1992 para mostrarnos la labor peculiar desarrollada por un comando policial de cuatro hombres, el Grupo 7, que tenía encomendada la misión de limpiar de drogas el centro de la ciudad andaluza.

Sin eludir secuencias de acción que aquí están justificadas, la película denota una consistencia notable que es fruto de alguien que conoce no sólo profundamente el entorno, no en balde el realizador es sevillano, también tiene unas cualidades singulares para acercarse a las clases más humildes y marginales de la sociedad.

Un cuadro de virtudes que se refuerzan con una magnífica interpretación de los cuatro policías, especialmente de Antonio de la Torre y de un Joaquín Nuñez, el gracioso del grupo, que es una verdadera revelación. A lo largo de cinco años, desde 1987 a 1992, la actuación del Grupo 7 va a estar marcada por la polémica. Es obvio que los métodos de actuación que emplean son abusivos, pero es que en algunos casos son abiertamente ilegales.

Este factor pesaba como una losa desde el momento en que la cinta está vista a través de sus ojos, lo que podía atenuar mucho la gravedad de sus actos. En este sentido el verdadero desafío no era otro que humanizar a estos individuos, con todo lo que ello implica y sin obviar ningún aspecto realmente vital, concretamente el de la corrupción. Es verdad que los datos relativos a los problemas íntimos de los dos protagonistas, Rafael y Angel, son escasos y no se observan en profundidad, pero sí parecen suficientes.