Le falta una mayor madurez narrativa y mostrar con más precisión aspectos fundamentales de la película, especialmente la decisiva operación final que resulta un tanto confusa, pero aun así, es decir con defectos propios de un cineasta, Daniel Ragussis, que dirige su primer largometraje, el balance es bastante positivo y con amplias perspectivas de futuro.

Porque si algo tiene de muy valioso la cinta es que efectúa una panorámica serie y no exenta de rigor sobre los grupos de ultraderecha que se mueven en Estados Unidos y que aspiran a configurar una supremacía blanca mediante métodos que se valen de actos terroristas.

Así, por la pantalla desfilan el Ku Klux Klan, las bandas neo-nazis y los grupos paramilitares racistas, que constituyen la basura de la sociedad estadounidense. Para reunir a tan siniestro colectivo se ha recurrido a un personaje, Nate Foster, un agente del FBI que acepta un reto sumamente peligroso que le propone una de sus jefas, infiltrarse entre el enemigo para desactivarlo. Un cometido que asume el actor Daniel Radcliffe en su más ambicioso y acertado papel desde que concluyó la serie de 'Harry Potter'.

Hay un factor muy destacado que consolida el valor de las imágenes y es el hecho de que el coguionista, junto al propio realizador, es Michael German, un agente del FBI que estuvo nada menos que 16 años entregado a la tarea de infiltrarse en organizaciones racistas y violentas, algo que se traduce en 'Imperium' en un tratamiento de la actualidad política más que minuciosa y solvente. En eso y en unos diálogos a menudo muy convincentes y perfectamente elaborados que incrementan la credibilidad de lo que vemos. De ahí que la verdad que desprenden los fotogramas sea manifiesta.

Lo demás recae sobre un asunto muy abordado en la pantalla grande, el de la incursión de espías en las propias organizaciones fascistas, aunque no siempre tratado como sería de desear. Aquí las cosas mejoran un tanto en este sentido, dotando de interés a las conversaciones que Nate mantiene con los líderes racistas, sin que ninguno de sus interlocutores sospeche.