Quiere ser un toque de alarma sobre la falta de preparación de nuestro país ante la eventualidad, más que probable, de que se produzca un tsunami en las costas del Atlántico y responde con abundancia de datos y con opiniones solventes a una hipótesis que podría adquirir las dimensiones trágicas, e incluso mayores, del tsunami que azotó el 28 de diciembre de 2004 Indonesia, Thailandia, Sri Lanka y, entre otros países, la India, originando más de 300.000 muertos.

El director Fernando Arroyo, en su primer largometraje documental, ha basado su testimonio en dos pilares esenciales. El primero es la evidencia científica de que tarde o temprano la costa atlántica española, es decir la que afecta a las provincias de Cádiz y Huelva, se verá afectada por este desastre natural, porque se dan todas las condiciones al respecto y se tiene el antecedente del maremoto que causó estragos en 1755 en este lugar.

El segundo factor que arropa esta teoría es la opinión de casi cuarenta personas de España y Portugal, especialistas en el tema en su condición de miembros de la administración dedicados al estudio de los desastres naturales, científicos estudiosos, políticos, funcionarios y responsables de seguridad en eventos masivos. Todos ellos coinciden en que ninguno de los dos países, pero el nuestro todavía menos, se ha preparado para acometer con éxito y sin víctimas un tsunami que provoque olas de entre 5 y 15 metros, como las que generó el de 2004.

Especial valor tienen las de la catalana María Belón, que vivió en persona la tragedia de Tailandia y en la que se inspiró Juan A. Bayona para su película 'Lo imposible'.

Filmada casi en su totalidad, al margen de las entrevistas, desde helicópteros que ofrecen imágenes espectaculares de las localidades del entorno, el documental pretende, sobre todo, que el espectador tome conciencia de algo que debiera acometerse con relativa urgencia y que, de momento, no parece figurar en la agenda de los políticos afectados. En este sentido sus virtudes son innegables, pero se echa de menos que los entrevistados o el propio largometraje aporten las soluciones idóneas para escapar de la influencia de la gran ola.