Se deja sentir en todo momento el toque femenino de la película, evidente tanto en la definición de las dos protagonistas, Sara y Virginia, como en el propio planteamiento de una trama que sitúa en primer plano la maternidad, y es una nueva muestra del prometedor itinerario profesional de la directora Belén Macías, que aunque solo había dirigido una cinta previa, la interesante El patio de mi cárcel hace cinco años, es responsable también de series y tvmovies de indudable entidad, especialmente 14 de abril. La República.

Este drama muy de nuestros días se sostiene con una estabilidad envidiable gracias, asimismo, a la labor de las dos protagonistas, María León y Goya Toledo, que dan vida a sus personajes con absoluta convicción. Y sería imperdonable pasar por alto, aunque su cometido sea de menor entidad, a un Eduard Fernández que es uno de los actores más notables de nuestro cine.

El caso es que con estos ingredientes y sin armar demasiado ruido, incluso habiéndose postergado demasiado su estreno, nos llega un producto «made in Spain» que se agradece y a la vez se disfruta. Goya a la mejor actriz revelación y Premio de interpretación femenina en San Sebastián, ambos galardones por La voz dormida, María León sabe ganarse al espectador desde los primeros minutos. Ella es Sara, una madre que ha podido recuperar a su hija de nueve años, Claire, después de que el juez se la devuelva tras comprobar que ha superado sus problemas de adicción al alcohol y las drogas que motivaron que fuera tomada en acogida por Virginia, que ha hecho en esos años se madre de la pequeña.

El caso es que ahora Claire tiene dos madres, la biológica y la de acogida y en ese trance Sara piensa que lo más oportuno es llevarla a que conozca a su padre, que reside en Marsella y que se separó de ella cuando estaba embarazada, sin que desde entonces haya sabido nada de él.