Hacía tiempo que no teníamos noticias del cine checo en las salas españolas, al menos en los que proyectan en versión doblada, que representan la inmensa mayoría de la oferta de estrenos, pero la verdad es que nadie lo echa de menos cuando se topa "milagrosamente" con un producto como este. Ante semejante despropósito solo cabe la perplejidad, sobre todo cuando hablamos de un país que incluso en momentos políticos tan delicados como la Primavera de Praga o fruto de la falta de libertades que sufrió bajo el régimen comunista se puso a la vanguardia del séptimo arte europeo con autores como Vera Chitylova, Milos Forman, Jan Nemec, Ivan Passer, Jiri Menzel y Karel Kachyna. Ante nombres de esta entidad que tanta influencia ejercieron todo ese largo silencio se justifica plenamente.

Este segundo largometraje del director Lenka Kny, primero que llega a estos lares, no deja de ser una estúpida comedia romántica infestada de situaciones ridículas que no soportan la más mínima capacidad de análisis y que invita permanentemente al abandono. Es una coproducción entre la República Checa y México cuya única virtud es que no se han doblado los personajes que hablan en la versión original en checo, de forma que los diálogos son tanto en este idioma como en castellano. Transcurre durante la etapa navideña en una Praga preciosa pero saturada de tarjetas postales y hace alusión a un "milagro"que va a llevar la felicidad a unas personas que se sienten frustradas por no haber tenido descendencia.

Resulta que Josef ha regresado a su Chequia natal después de treinta años viviendo en México cuando estaba convencido de que no volvería a ver su antiguo mundo personal. Pero su esposa, la mexicana Dolores, profundamente beata, ha convencido a todos de que el Niño Jesús de Praga puede hacer milagros y conseguir que su hija Penélope, que lo ha intentado sin éxito por todos los métodos, se quede embarazada. Josef es escéptico, pero cuando comprueba que el que fue su gran amigo en Praga Ruda y un antiguo amor en la ciudad insisten en lo mismo, claudica y acepta entrar en el juego. Lo que viene ya se sabe y lo mejor es que solo dura 82 interminables minutos.