Es un buen punto de partida y aventura una trayectoria más que interesante si consolida su narrativa y afianza una dirección de actores que es ya más que correcta en esta ópera prima del director Lino Escalera que se presentó a concurso en Málaga.

Con un encomiable reparto, encabezado por el excelente trío Nathalia Poza, Lola Dueñas y el muy veterano Juan Diego, y con un privilegiado sentido del drama la cinta llega a buen puerto sin apenas desgaste. Teniendo en cuenta que lidia con la enorme dificultad de un tema delicado y proclive a lo peor, el de la muerte, todo apunta a que ha surgido un cineasta español llamado a llegar lejos.

Las notas de humor que incrusta a menudo no son solo insólitas en el contexto en el que opera la cinta, sino que contribuyen a crear una distensión considerable.

Escalera ha entrado a saco en la familia, que es el eje sobre el que gira el largometraje, consciente del peso que tiene en nuestro país como fuente y origen de buena parte de los problemas que asolan la misma. Lo hace en sus primeras imágenes, cuando Blanca llama a su hermana para comunicarle que el padre de ambas está muy enfermo y que a la vista de la poca confianza que le inspiran los médicos que la atienden ha decidido llevársela a Barcelona, donde ella reside.

Es un cauce al reencuentro de personas antaño muy unidas, pero ahora separadas muchos años y a las que las circunstancias, en clave de una enfermedad terminal, vuelven a juntarlas. Es entonces, desde que el padre ingresa en el hospital y el diagnóstico de un cáncer de pulmón incurable se hace patente, que la historia adquiere su verdadero sentido.

Lo mejor es que el realizador acompaña esta base argumental analizando con profundidad la crisis que viven sendas hermanas, especialmente Carla, que delata los efectos de una frustración generalizada, que administra por la vía de una sexualidad promiscua y una ira permanente.

Es lo mejor de la cinta, junto al reducido pero enjundioso cometido del padre en su lenta agonía, que saca a colación datos de un pasado familiar más que demoledor que configura un producto duro, terrible y, a pesar de todo, necesario.