Es algo empalagosa y utiliza recursos propios de la estética de la novela rosa, pero aun así no llega a arruinar una historia que está inspirada en hechos reales y que puede hacer las delicias de un determinado sector de público fascinado por las historias de reyes y princesas. Es el tercer largometraje de la directora y actriz Amma Assante, tras 'A way of life' y 'Belle', y está basada en el libro de Susan Williams, 'Colour bar'.

Plasma la historia de amor del heredero de la corona del país africano de Bechuanalandia (que pasaría a llamarse Botwana después de su independencia) y una joven inglesa a finales de los cuarenta. Él se llama Seretse y se encuentra estudiando en Londres a la espera de que se haga con la corona de la dinastía Khama. Ella, Ruth Williams, trabaja en una oficina. Los dos se conocen y se enamoran por obra y gracia de un auténtico flechazo, pero tienen un obstáculo insalvable para poder casarse y es que él es negro y ella blanca y hay países poderosos en el entorno, concretamente la República Sudafricana, que han puesto en vigor su detestable política del apartheid que, entre otras cosas, prohíbe los matrimonios interraciales.

En estas circunstancias cualquier medida que moleste al régimen racista de Pretoria tendría repercusiones económicas para una Inglaterra que no está dispuesta a renunciar a minas de diamantes, uranio y oro y que, por ello, no quiere molestar a sus reprobables pero poderosos vecinos. No sólo eso, puesto que Seretse, por desobedecer las órdenes y enfrentarse a su tío, que ejerce de regente, es expulsado de su propio país por un periodo de cinco años.

El panorama que se cierne ante los jóvenes esposos es, por tanto, desolador y las esperanzas que tenían con la victoria de Churchill en las elecciones, que les había prometido resolver el asunto, se derrumban al comprobar que el nuevo premier inglés eleva el exilio del monarca hasta su muerte. Todo un porvenir siniestro que, naturalmente, ira modificándose poco a poco hasta cambiar radicalmente de signo.