Steven Spielberg lleva más de cuatro décadas haciendo lo que más le gusta: cine. Un libro escrito por su amigo el crítico Richard Schickel, con la inusual colaboración del propio director, repasa una carrera ecléctica y exitosa, que está lejos de acabarse.

A los 12 años, un niño llamado Steven Spielberg se agenció la cámara Super 8 de su padre y se lanzó a hacer películas caseras. Pronto, se convirtió en su juego favorito. Sin embargo, la ovación que recibió en la que se considera su primera proyección pública (en su club de boy scouts) le produjo tanta satisfacción que decidió que aquello era lo que quería hacer en su vida.

A los 18, Steven Spielberg visitó los estudios Universal en Hollywood. Aprovechó la ocasión para esconderse en uno de los decorados y después, pasear por el plató a sus anchas. Aquel gesto supuso la inmersión en lo que sentía que era su entorno natural -"Allí estaba mi sitio", ha asegurado-. Pasó ese verano, y el siguiente, como chico para todo en la Universal. Hoy, las oficinas de su compañía de producción, DreamWorks, tienen allí su sede.

Los inicios de la carrera de uno de los directores más exitosos de la historia del cine se detallan en 'Steven Spielberg. Una retrospectiva'Steven Spielberg. Una retrospectiva (Ed. Blume), un libro que celebra su trayectoria de más de 40 años y que suma 28 películas y numerosísimos proyectos de producción. Está ilustrado con más de 400 fotografías y cuenta con un prólogo del propio Spielberg, algo inédito en libros de este tipo; se explica por su amistad con el autor, Richard Schickel. Prestigioso crítico de cine y autor de libros y documentales, Schickel también cuenta con una larga carrera, en la que ha trabajado varias veces con Spielberg.

La primera fue en la década de los 80, cuando el director ya había dejado de ser una promesa para convertirse en un joven prodigio: 'Tiburón', 'Encuentros en la tercera fase', el primer 'Indiana Jones' y 'E.T'. avalaban un talento sorprendente.

Coincidieron de nuevo en los 90, cuando ya era el artífice de, entre otros filmes, 'El color púrpura', 'El imperio del sol', 'Parque Jurásico' y 'La lista de Schindler'. Con esta última había ganado los Oscar que Hollywood le había negado hasta entonces. Con todo, Schickel recuerda que "Steven" no había cambiado: "La fama no se le había subido a la cabeza -dice el periodista al Magazine-. Tampoco ahora. Es básicamente el tipo que conocí por primera vez, un compañero agradable, siempre involucrado e interesado en lo que estás tratando".

Aunque el libro no pretende ser una biografía exhaustiva, sino un repaso a su carrera, sí que menciona la infancia del realizador, primogénito y único varón de los cuatro vástagos de Arnold y Leah Spielberg. "Una familia nómada", describe Schickel, pues la búsqueda del padre de mejores empleos les obligaba a cambiar de ciudad con frecuencia. Aquellas mudanzas nunca gustaron a Steven, quien odiaba ser el chico nuevo en la clase. En su adolescencia, sus padres se divorciarían, pero Schickel cree que el director tuvo una "infancia feliz". La madre era pianista, mientras que el padre fue un ingeniero informático "levemente adicto al trabajo", según la revista The New Yorker.

Si de su madre heredó los rasgos faciales, los genes de Arnold transmitieron a Spielberg una energía que ha potenciado hasta el punto de ser comparado con "una fuerza de la naturaleza". "Es una persona con una energía tremenda -ratifica Schickel-. Está a punto de cumplir 66 años (el 18 de diciembre), pero yo lo veo tan entusiasta como cuando era joven. Creo que lo que le mantiene, a un nivel muy básico, es su amor por hacer cine".

'Spielberg. Una retrospectiva' está trufado de comentarios del director que reflejan esta pasión por su trabajo, no exenta de sentido del humor. Así, del rodaje de 'Tiburón', recuerda su batalla contra los elementos: "Fue mi Vietnam. Básicamente, se trataba de gente naif contra la naturaleza, y la naturaleza nos vencía cada día".

De 'Encuentros en la tercera fase' opina que "probablemente sea lo más cerca que he estado de conseguir plasmar un sueño en una película"; mientras que 'E.T' supuso "la quintaesencia de mi infancia y, a la vez, el final de ella; me dio el valor, gracias a su éxito, para empezar a tratar temas más adultos". Sobre 'Parque Jurásico', declaró no darle vergüenza decir que "en realidad intentaba hacer una buena secuela de Tiburón en tierra"; mientras que considera 'Minority Report' "una película de palomitas, pero de palomitas gourmet".

Spielberg es una persona consciente de sus fallos: "Estoy haciendo -aseguraba en su momento- una tercera película de Indiana Jones para pedir disculpas por la segunda. Fue demasiado horrible". Con todo, no renegaba de lo hecho, sino que aseguraba haber aprendido de sus errores. Las críticas, en especial aquellas que le tachan de excesivamente sentimental o de trepidante, ¿le molestan a estas alturas de su carrera? "Son inevitables, pero no creo que esté particularmente obsesionado" responde Schickel, quien añade que hace tiempo que, como director, Spielberg puede hacer lo que quiera: "El dinero no es un problema, pero, además, es muy cuidadoso seleccionando".

Spielberg es una persona muy rápida. Dicen que, en especial en los rodajes, esta rapidez mental puede tornarse en impaciencia. Sin embargo, es capaz de esperar más de 30 años para realizar un proyecto -como le ocurrió con Tintín- o de aguardar más de una década a adquirir la madurez para tratar un tema como el holocausto, que resolvió de forma magistral en 'La lista de Schindler'. Su nueva película, 'Lincoln', es también un proyecto que se ha reservado durante muchos años. "En este sentido es una persona paciente, que está dispuesta a esperar hasta que algo madure y esté preparado para él", destaca Schickel. "Su reputación en el plató -añade- es también muy buena. Suele repetir con sus técnicos y con algunos actores". Como con Tom Hanks, uno de sus intérpretes favoritos, además de buen amigo. Fue el protagonista de 'Salvar al soldado Ryan', por la que Spielberg recibió su segundo Oscar como mejor director. Fue un rodaje muy fluido, del que su artífice señala que llegó a sentirse "muy culpable" por pasárselo tan bien.

Hoy, el director sigue disfrutando en el plató. Se declara sorprendido por la longevidad de su carrera, pero la jubilación no entra en sus planes inmediatos. Quiere seguir compaginando trabajo y vida familiar, las dos cosas que, asegura, le hacen más feliz. Spielberg está casado con la actriz Kate Capshaw desde hace más de 20 años y tiene "muchos niños (siete) y algún nieto a los que se dedica -cuenta Schickel-; es un hombre muy familiar, su vida privada me parece bastante admirable".

Como profesional, pasará a la posteridad como el influyente Rey Midas de Hollywood, el director de cine comercial más exitoso de la historia, pero los críticos no son tan generosos a la hora de otorgarle la condición de genio del cine. Tampoco Schickel: "No considero que sea un genio ni tampoco creo que él lo crea". "De hecho -afirma- no creo que haya genios en este negocio. Él se considera un director muy sólido. Y, en cierto modo, eso le es suficiente".

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