Las guerras Médicas de ´300: el origen de un imperio´ arrasan en la taquilla, siguiendo los pasos de su ya mítica predecesora ´300´, que retrataba la batalla de las Termópilas. Ambos largometrajes han de tomarse como un conjunto, ya que el reciente estreno es una consecución del antes, durante y después de lo acontecido en la primera entrega dirigida por Zack Snyder.

En el imaginario popular, los habitantes de la clásica Esparta fueron feroces guerreros que ya desde jóvenes se entrenaban y recreaban en el fragor de la batalla. Así es como se muestran los espartanos en la saga ´300´, aunque hay muchos aspectos que se han "mitificado" o directamente obviado.

La magia de Hollywood se ve impregnada por doquier, donde leyenda y realidad se funden en los dos filmes. Los espartanos vivían por y para la batalla, pero no iban con el torso desnudo, sino que portaban armaduras como el resto de soldados. Además, más allá de la exaltación de la lucha y la defensa de Grecia, la sociedad de Esparta se caracterizaba por tener sometidos a miles de esclavos, donde también se veían bien las relaciones homosexuales entre hombres.

Fuera de tiempo y lugar

La visión idealizada de los acontecimientos históricos es una práctica habitual que responde a las exigencias del cine, pero no es lo único fuera de lugar que aparece en las películas. De hecho, los anacronismos son bastante comunes en el séptimo arte, y lo más curioso es que suceden de forma involuntaria.

Cuando el trabajo de documentación previo a la realización de una producción cinematográfica histórica no escarba lo suficiente en los orígenes, se corre el peligro de cometer fallos de indumentaria, lenguaje, costumbres o incluso de acontecimientos.

Es lo que ocurre en ´Braveheart´ (Mel Gibson, 1995). William Wallace, el guerrero escocés del siglo XIII al que encarna el propio Gibson, fue en realidad miembro de la aristocracia, cuyo padre, Malcolm, luchó en el bando de Inglaterra. La esposa del rey Eduardo II contaba únicamente con tres años, mientras que el nuevo rey de Escocia, Robert the Bruce, tenía 17. Y, por supuesto, la famosa falda escocesa, el "kilt", aún no se había inventado.

Los fallos de documentación pueden ser más o menos evidentes si se tienen ciertos conocimientos históricos, pero hay otros errores que son más bien despistes que se pasan por alto a la hora del montaje.

´Gladiator´: el rey del gazapo

Hasta el momento, se habían visto micrófonos, cámaras o incluso ayudantes de grabación deambulando por planos durante un breve período de tiempo, pero lo suficientemente extenso como para que los más avispados den constancia de ello.

´Gladiator´ (Ridley Scott, 2000) se alza como la película taquillera con más gazapos de los últimos tiempos. No solamente se hacen evidentes en muchos momentos los elementos propios del cine -desde material técnico hasta la escenografía virtual que recrea la Roma de la época-, sino también personas y objetos que no deberían estar ahí.

Un hombre con vaqueros en el público del anfiteatro, una bombona de gas acoplada a una de las cuadrigas, un operador con un walkie-talkie, calzados con suela de goma, pantalones de lycra, botellas de plástico? Un surtido de elementos adelantados a su tiempo, que hacen de ´Gladiator´ las delicias de los fanáticos de los gazapos.

Seguramente, ´300: el origen de un imperio´ esconde muchos secretos entre sus islas del Egeo y sus batallas contra persas que esperan ser descubiertos por los más observadores.