Karra Elejalde (Vitoria, 1960) no se esperaba el éxito que ha tenido la película Ocho apellidos vascos, en la que interpreta a Koldo, el padre de la criatura, Clara Lago, que se enamora de un señorito andaluz, Dani Rovira. A Elejalde le ha pillado desprevenido el boom de la película, que se ha convertido en el taquillazo del año. Mientras el resto de compañeros, a los que hay que sumar a Carmen Machi, se dedicaba a hacer promoción, él estaba en Galicia terminando de rodar Esmorga en la tranquila provincia de Ourense. Pero ahora le ha tocado pillar el testigo y lo hace con gusto porque "aunque te puedan parecer frases hechas, la verdad es que cuando algo sale así de bien estamos encantados".

-¿Ya ha podido ver la película?

-Sí, me escapé en Ourense y fui a verla.

-¿Y qué le pareció, se esperaba este éxito?

-Pues me pareció muy divertida. La verdad es que nosotros nunca somos muy críticos con nosotros mismos pero cuando el buen trabajo está avalado por una buena promoción, por un buen guión, por un buen ambiente de rodaje y luego pasan estas cosas todo lo que se diga es poco. Estamos encantados. Y no, no me esperaba este éxito ni yo ni nadie. Es verdad que durante el rodaje percibí que el equipo técnico, que suele mostrarse bastante distante durante el trabajo, disfrutaba con las escenas y se reían y eso me hizo pensar. Pero jamás se me pasó este éxito por la cabeza. Te engañaría si te dijera lo contrario.

-¿Y por qué este boom?

-Es muy difícil formular las razones por las que una película logra tanto éxito. Nosotros no somos albañiles que colocamos ladrillos, los actores nos pasamos la vida trabajando con incógnitas y despejamos ecuaciones a ver si sí o si no. En este caso sonó la flauta. Es cierto que había un gran equipo, Carmen Machi, Dani Rovira, y uno que también tiene el culo pelado en esto, pero muchas veces eso no basta.

-Y ahora están superados.

-Sí, estamos superados. Yo estuve fuera de la promoción porque estaba rodando en Galicia pero ahora me ha tocado coger el testigo y no paro. La verdad es que esta película tenía un buen guión, en el rodaje había un ambiente de puta madre, un director solvente y una gran cadena de televisión detrás que hizo una promoción muy fuerte. Tenía todo para que fuera bien, pero repito, nunca se sabe. Después de vistos los huevos al macho es muy fácil hablar.

-¿Necesitábamos esta película para aprender a reírnos de nosotros mismos?

-Claro que sí. Los tópicos en muchos casos no son más que leyendas urbanas. Yo he visto a vascos incapaces de levantar un piedra y en Cataluña me han tratado y atendido divinamente. Tenemos que reírnos de nosotros mismos ¡sí, señor! Yo cada vez me doy más cuenta de que estos tópicos no son ciertos y desde luego si alguien se ha sentido ofendido o se ha tomado a mal algo de la película es para ir a mirárselo.

-Y lo dice un vasco.

-Sí, lo dice un vasco.

-Pero en su personaje, Koldo, hay mucha vida de usted mismo.

-Sí. Dentro de Koldo está toda mi vida hasta que yo cumplí los catorce años. Vivía en un pueblo a diecinueve kilómetros de Vitoria, y en este personaje plasmé el modo de ser de mi padre, de mi abuelo, de mis tíos. A mí me fue sencillo porque además era un personaje del que alguna vez había dado alguna pincelada en mis monólogos. Cuando mi amá cumplía años, mi padre no se acordaba del cumpleaños y teníamos que recordárselo nosotros, sus hijos. Entonces íbamos al bar y le decíamos: 'Aita, que es el cumpleaños de la amá'. Y él nos mandaba coger dinero e ir a comprarle algo. ¡Fíjate tú qué cosas!

-No era la primera vez que se metía en un personaje cargado de clichés y tópicos, ya lo había hecho antes en Carne de gallina, con otro papel protagonista.

-Sí, el papel de Carne de gallina. En Ocho apellidos vascos yo lo tuve más fácil que mis compañeros porque me crié en el País Vasco así que para mí fue algo muy natural. En las dos películas fue un trabajo muy bien hecho.

-Otro taquillazo en el que usted también participó fue en Airbarg. Además de ser protagonista tomó parte en el guión de una película muy dura de grabar.

-Sí, fue una película que también triunfó y que también contó con una muy buen promoción, aunque claro si promocionas algo que no se sostiene nunca va a llegar al éxito. La película no tuvo nada que ver con Ocho apellidos vascos, el rodaje fue muy duro, sí, pero el producto también era muy bueno.

-Acaba de rodar un proyecto que nada tiene que ver con Ocho apellidos vascos, creo que el rodaje tampoco fue fácil, pero no por cuestiones técnicas.

-Teniendo en cuenta que en un mes y medio pasaron por Galicia ocho ciclogénesis explosivas, imagínate. La película es un drama de un gallego que había sido novio de Federico García Lorca y que acabó retrasándose en la grabación por el mal tiempo. Estaba yo en pleno rodaje de la película cuando todo esto del éxito de Ocho apellidos vascos estalló, así que no tuve mucho tiempo a dedicarme a la promoción de ella, y por eso ahora estoy que no paro, pero aunque suene a tópico estoy encantado.