Los calendarios tienen algo de crueles y de veraces. Si por una parte nos recuerdan el paso del tiempo, inexorable, tienen del otro lado el soporte de lo que ha pasado más de lo que vendrá. Hoy estamos a tal fecha porque anteriormente estuvimos en otra, y de eso estamos sí que podemos estar seguros.

Las añadas de los vinos son siempre un prodigio de sorpresas, de la temeraria sensación del poco poder que tenemos ante la naturaleza. De que solo la contemplación del espectáculo de la sucesión de los días nos puede llegar a dar un conocimiento práctico de lo que sucede en las estaciones, que año a año, acaban siendo cíclicas, si no fuera por ese mal que algunos no quieren ver y que llamamos cambio climático.

Pero en el mundo de los vinos hay bodegueros que tienen muy claro que una misma uva, en distintos terrenos, va a producir resultados muy diversos. Porque han llegado a saber que las tierras, cada una de conformación diversa, aportará características peculiares que además, año a año, sol a sol, lluvia y frío acariciando o agrediendo a la cepa, nos ofrecerá, finalmente, consecuencias sorprendentes. Y uno de esos grandes bodegueros que observa la personalidad misteriosa de la tierra se llama Abél Mendoza Monge, y uno de los claros ejemplos que ha conseguido ofrecer a los que amamos es el vino son esos ejercicios que llama JARRARTE, en sus vertientes pedregosa, limosa, pero siempre presentados en tamaño magnum.

Abél Mendoza es un bodeguero ejemplar, artesano, con pocas hectáreas de finca, apenas 16, pero de una meticulosidad con el trabajo que practica realmente admirable.

He vuelto a probar, después de casi un año, la nueva añada de JARRARTE 2011 LIMOSO. Y éste año parece que el tempranillo criado en estas parcelas más arcillosas ofrece unas perspectivas más personales y redondas que su hermano PEDREGOSO.

Vino de una juventud madura, de una insólita redondez que se nos queda en la boca durante un precioso espacio de tiempo, que nos hace que contemplemos el mundo con más respeto y con mayor alegría por las diversidades que es capaz de dar. Vino de una originalidad inusitada porque expresa la tierra, y los sucedidos de la tierra, a lo largo de su nuevo año de vida. Una obra que hace mella en dignificar el territorio, en alabar las diferencias, en cantar las propias extrañezas y singularidades.

San Vicente de la Sonsierra se encuentra en la zona norte de la D.O Rioja, con una moderada altitud de 528 metros. Y es suelo rico, donde el vino ha conseguido ofrecer inolvidables logros. Las aguas del Ebro enriquecen estas parcelas donde se crìa el JARRARTE 2011 LIMOSO, con viñas de una edad media de 30 años, con lo que tenemos asegurada una madurez interesante, y que gracias al magnífico trabajo realizado en la viña, se consigue una traducción bastante fidedigna de lo que el suelo puede expresar.

A larga el vino lo que trasmite es el alma de un territorio, a veces, aunque este no es el caso, pese a lo que interfieren sus elaboradores.

JARRARTE es en sí mismo una tendencia, un camino personal y distinto de quien sabe que las posibilidades que tiene la tierra pueden ser expresadas tanto con añadas más longevas que con conceptos novedosos de vino denominados jóvenes. ¿Es este un vino joven?, ¿o estamos ante una personificación estilizada y rebelde de lo que podría ser la elaboración con perfiles de juventud?. Estamos ante el sabor, y una potencia ligeramente controlada. Estamos ante el ejemplo de que quien camina despacio llegará lejos, aunque sea abriendo nuevos caminos.

Pocas botellas que se embotellan en tamaño Magnum, para concentrar y exponer, aún con mayor realismo, los potenciales de tierras con personalidad propia. Un mensaje para quien no tenga muy claro que la juventud es sólo una apreciación temporal.