El sol que lució ayer durante todo el día ayudó a que la quinta edición de la Festa do Porquiño celebrada en Vilagarcía fuese todo un éxito de afluencia. Tanto es así que se agotaron sin problemas las 550 raciones que el club de remo de Vilaxoán ofreció de carne de cerdo "ó espeto".

Cierto es que en esta ocasión la organización preparó menos platos que en años anteriores, ante la previsión de que acudiese menos gente, con motivo de la crisis económica. "En algunas ediciones se llegaron a vender 700 raciones", apunta el presidente del club vilaxoanés, Feliciano Suárez.

La directiva admite que la situación económica de la entidad no atraviesa buenos momentos, de ahí que más que nunca sea necesaria la recaudación de fondos con este tipo de eventos gastronómicos, con los que se vuelca tanto Vilaxoán como comensales procedentes de otros puntos de Vilagarcía y de diferentes partes de Galicia, como Ourense, Vigo, Pontevedra o Barbanza.

La carpa habilitada en la fachada marítima de Vilaxoán se abarrotó de comensales interesados en degustar el tradicional "porquiño á brasa". Su elaboración corrió a cargo de Fogar do Espeto, de Moraña. El precio de cada ración se mantuvo igual que el año pasado, en 12 euros, que incluían un plato recién hecho de "porquiño", empanada de zamburiña, pan y dos rosquillas caseras de postre. La bebida iba aparte. Precisamente en estas consumiciones es donde el club de remo vilaxoanés puede obtener algún tipo de ganancia, porque en la comida "cubrimos gastos", apunta la organización.

Las bebidas se dispensaron a precios asequibles: refrescos a 1,5 euros, agua a 1 euro y las botellas de vino oscilaban entre los 3 euros de una de Barrantes y los 6 de la de Albariño. En la sobremesa no faltaron los cafés y chupitos de diferentes licores.

San Martiño es el patrón de Vilaxoán. De ahí que la localidad celebre esta festividad con el tradicional "porquiño ó espeto", que se hace a fuego lento en las brasas. Son cerdos que no superan los 17 kilos de peso.

Fueron muchos los comensales que degustaron la carne y la empanada bajo la carpa, aunque también se podía ver a numerosos vecinos que llevaban sus ollas o "tuppers" para llenarlos de raciones de "porquiño" y llevarlos a sus hogares para compartirlos con la familia. "Siempre hay mucha gente que se lleva la comida a casa", comenta José Luis Martínez, de la organización.

Ya de madrugada las brasas estaban funcionando a pleno rendimiento, puesto que la cocción de esta suculenta carne requiere bastante tiempo. A partir de las 13 horas se empezaron a servir las raciones y antes de las 15.30 ya no quedaba ninguna.