Si eres amante de las pizzas y te gusta cocinar todo lo que comes, te damos unos trucos para que consigas una masa deliciosa y crujiente.

1. La harina:

Es recomendable utilizar una harina especial que puedes encontrar en la panadería y se llama ´harina de fuerza´. Gracias a su composición se consigue una masa más esponjosa. Obviamente, la masa también puede realizarse con harina normal; los resultados son estupendos sobre todo si sustituyes parte de la harina por 20 gr de semolina, ya que tu masa quedará más crujiente.

2. La levadura:

Es recomendable usar levadura seca granulada que se mezcla, directamente con la harina. Pero si utilizamos levadura fresca debemos mezclarla con agua templada antes de añadirla a la harina.

3. La fermentación

El agua debe estar sobre los 36º; si supera la temperatura corremos el riesgo de matar la levadura y entonces la masa no subiría. Un truco para que la masa sea más digestible es que fermente lentamente en la nevera durante un día.

4. El horno

Para que la masa quede muy crujiente es recomendable meterla sola al horno durante 5 minutos; luego le añadimos los ingredientes y la dejamos allí unos 15 o 20 minutos más.

Si lo hacemos en casa, es ideal precalentar el horno al máximo durante 20 minutos y acercar la bandeja en la parte de más calor.

5. Con una máquina panificadora

Para simplificar el proceso de la masa, simplemente hay que añadir los ingredientes a la máquina: agua, aceite, harina sal y levadura, en ese orden. Una vez acabado el ciclo de amasado estira la masa con el rodillo y hornéala.

Preparación

- 300 g de harina

-1 vaso de agua o leche

-30 g de levadura en polvo

- 1/2 cucharadita de sal

Pon 125 gramos de harina en una fuente, y prepara un hueco en el centro, donde se volcará la levadura. A continuación, se añade un poco de agua o de leche „templada„ para obtener una masa elástica.

Espolvorea un poco de harina encima de la masa y tápala con un paño para que fermente, durante unos 15 o 20 minutos. Es importante que el lugar esté templado para que esto suceda.

Sabemos que ha acabado la primera fermentación cuando la masa presenta grietas. Con una cuchara de madera se vuelve a amasar con otros 125 gramos de harina, el resto de agua o leche y la sal. Se sigue trabajando hasta que se desprende de las paredes de la fuente: en ese momento se vuelve a espolvorear con harina, cubriéndola de nuevo con un paño. La masa se deja fermentar hasta que haya doblado su volumen.