Hay constructores de vinos que en su cabeza y pensamiento duermen nuevos sueños. Podría parecer que la palabra constructor no es la más apropiada, pero construir es una tarea prodigiosa, porque se trata de crear de la nada hasta llegar a una realidad palpable. Un viaje que muchas veces no tiene red. Y en el mundo del vino esos sueños/elaboraciones pueden resultar peligrosos, por si los resultados no se sostuvieran como en los mundos oníricos.

Por ello cuando se unen las ideas y se busca con ahínco un suelo muy determinado, los resultados, seguramente, serán para detenernos a reflexionar sobre ellos.

El parque Natural del Garraf, lo que se está tratando que sea considerada como una subzona del Penedés, esa bocanada de mediterraneidad en una de las zonas con mayor prestigio vinícola de España, encierra en sus subsuelos y en su piel unas características impresionantes para que un elaborador con criterio se atreva a llevar a cabo una aventura singular. Porque mientras que esos suelos pobres, calcáreos y de estructura compacta pareen no tener nada que ofrecer, entregan el sabor del pasado gracias a todos esos fósiles del mioceno que lo constituyen como un perfecto caldo de cultivo para quien encontrar una personalidad aplastante.

Benjamín Romeo, el eficiente enólogo durante unos años de Artadi, y que luego asombró al mundo con su Contador, y su más cercano Predicador, elaborados en la D.O Rioja, ha puesto sus nuevos sueños en esta tierra y se ha ido hasta Olessa de Bonesvalls para poner en pie un proyecto con dos mundos semejantes pero diversos. Un cava que aún tardará un par de años en ver la luz, y Macizo, un blanco complejo elaborado con cuatro uvas: Xarello, Garnacha blanca, Malvasía y Chardonay.

MACIZO 2010 está amparado en la D.O Catalunya, porque mientras que algunas uvas son de la zona del Garraf, la Xarello y la Malvasía, otras vienen de otras zonas, como la Garnacha, que proviene de la cercana Tarragona.

Es un vino pensado para que el tiempo actúe sobre él, por eso el paso por barrica, durante ocho meses en roble, lo dota de unas características muy especiales. Desde su poderoso color dorado que, como un atardecer único e inolvidable, nos regala la visión del mejor de los mundos posibles, no el que soñamos, sino el que disfrutamos porque lo estamos viviendo.

Potente y graso, con volumen y consistencia hacen de este vino un gesto masculino, donde la mediterraneidad muestra el esfuerzo de un animal que roza con su cuerpo las aromáticas plantas que cubren las lomas de los montes que reciben brisa y salinidad. Y nos regala un camino hacia el tiempo de futuro donde irá transformándose.

Este vino no es para aquellos que quieran gestos delicados, sino unas bravías sensaciones de plenitud que no olvidan la tierra, con una mineralizad que nos habla de tiza y cal, y se expande en la boca como recuerdos frescos y liberadores.

MACIZO 2010 es la obra de un creador que no quiere olvidar las posibilidades que dan los diferentes lugares de creación de los vinos. Por ello expone doblemente su personalidad. Por la mano que lo realiza y por el lugar donde está realizado. El pensamiento que mueve la creación y la precisión de lo realizado se muestran inolvidables en un latido vivo y emocionante que hará muy duradero nuestro recuerdo de lo bebido. Abrupta naturaleza que se ha domesticado. Esplendor de un monte que ha visto la hegemonía del tiempo mil veces transformado en mil rostros distintos. Aquí la vida se ha detenido, líquida, para que disfrutemos de algo realmente imperecedero. El viaje al placer.