Es el tiempo quien pone las cosas en su sitio. Deja que las palabras sean mecidas, los hechos valorados, y que los gestos cobren el coste que deben de tener. Además, desde el tiempo, llegamos a sentir que hay un valor que nunca puede ser robado, ni transformado, por muchos mercenarios de la oferta y la demanda que vengan. Y ese costo es el recorrido que se ha hecho a través de los días. Es cierto que hay juventudes brillantes y rabiosas. Pero también suele ser más cierto que hay mayores verdades junto a la última línea de los calendarios.

Para poder conseguir un resultado memorable dentro del mundo de la enología hay que seguir algunos parámetros que muchas veces resultan imposibles reunir, pese a la buena voluntad y el esfuerzo económico que se haga. Encontrar un terreno que pueda expresar más de lo que a simple vista se pueda ver. De ahí la voz profunda y misteriosa de la madre tierra, que otorga o no otorga ese designio, ese destino que hace que metro arriba, o metro abajo, linde aquí o linde allí, un terreno se convierta en memorable, y el de sus alrededores sencillamente en buenos. Pero además de los terrenos las viñas deben de haber entrado en ese diálogo temporal que nos incita a conseguir expresiones que la edad solo sabe pronunciar.

Las tierras de La Serena, en Rueda, tienen un acento peculiar, que quien sabe ver más allá de las cortezas terrestres, consiguen traducir esa riqueza mineral. Un color rojizo que atrae la mirada. Son suelos con una alta carga de mineralidad primarias, repletos de sabores que hay que saber buscar para trasmitírselos a las viñas y que estas puedan ofrecer sensaciones únicas.

LOESS COLLECTION 2009 es el fruto de dos tipos de viñedos, unos procedentes de 1936, y otros plantados en 1988. Y la idea que planea sobre el vino es realizar un trabajo que nos recuerde los blancos que han hecho feliz el nombre de esas tierras francesas de Borgoña. Así que se busca un vino que perdure en el desafío del frente a los calendarios y no quede únicamente como el recuerdo fugaz de una juventud, sino que Loess se elabora para que podamos sentir que el paso de las estaciones encierra otra enseñanza, y es lo que puede ir ganando en botella. Lo que puede ir cerrando el circulo de buscar un más allá donde siempre hay diferencias.

Jaime Saiz de la Hoya sabe mirar las tierras, conoce muchos secretos de la zona. Es parte de los vinos de estas tierras, y se ha lanzado sin prisas a la elaboración de un blanco singular que fermenta durante cinco meses en barricas de roble francés. Desde las Bodegas Miguel y Ruano el trabajo ha consistido en darle todo el valor necesario al campo, para que una gran uva absorba la sabiduría y personalidad del terreno cascajoso y alfisal. La tierra y las atenciones necesarias de la viña serán las que consigan el primer paso para que el vino pueda perdurar.

La luz que habita en Loess es brillante. La limpidez del vino nos habla de aires donde apenas las nubes se quedan sobre las viñas. Su seriedad, cuando nos acercamos a sus aromas, nos avisa de que nos encontramos ante un vino que merece la pena prestarle una atención especial, como ese sonido de piano que nos habla de que esas manos tienen mucho corazón que dar. Hay volumen y estabilidad. Hay frutas, con hueso y tropicales. Claro, un vino elaborado al cien por cien con la uva verdejo tiene esas connotaciones. Pero aquí hay más. Aquí la sensualidad es de de una sabrosura glicérica importante, donde las acideces que permitirán el viaje en el tiempo y su perfecta conservación durante algunos años venideros.

LOESS COLLECTOION 2009 es el ejemplo que muestra que las buenas direcciones, los buenos objetivos, pueden representar un camino que dé resultados acertados y sobre los cuales podremos poner toda nuestra confianza. Lo agradable es que el tiempo vaya dotándonos de una peculiaridad que nos incite a volver.