Es de los sitios de siempre, que no pasa de moda, donde se cocina con apego a los fogones y el toque único que saben dar a los platos. Comida tradicional, casera y de la tierra con fama dentro y fuera de Galicia, que ha cumplido cuarenta años de buen hacer y que Irene, hija del fundador Camilo Lojo, perpetúa con la misma pasión y calidad en el restaurante O Tío Benito de Barrantes, enclavado en comarca de buen vino y buena mesa.

Camilo Lojo un día decidió emprender y cruzó el océano para recalar en Venezuela. Dos décadas estuvo al otro lado del charco trabajando en la hostelería hasta que decidió hacer el camino de vuelta. Cambió Caracas por Barrantes y sin otra fórmula que la calidad del producto y la honestidad en la cocina alumbró, junto a su mujer Saladina, una clientela fiel que ha cruzado generaciones. Tal es su popularidad que a degustar los platos de este establecimiento acuden comensales de todos los confines atraídos por sus productos y sabores auténticos.

Desde que O Tío Benito abrió sus puertas han pasado cuatro decenios dedicados con éxito a los fogones encendidos inicialmente por Camilo Lojo, hoy jubilado a sus 76 y por su esposa Saladina, entusiasta compañera de trayectoria. De los hijos ha sido Irene, la mayor, la que ha heredado la pasión por la cocina y por el trato con el cliente, uno de los puntos fuertes y altamente valorados de este establecimiento en el que se come como en casa, en el que elaboraciones y vino dejan un recuerdo imborrable y ganas de volver, que es lo que hace la gente una vez que cruza por primera vez el local.

"El establecimiento fue creciendo poco a poco porque el cliente lo fue demandando. Cada día llegaba alguien y preguntaba por un sitio para comer y le dábamos lo mismo que teníamos para nosotros", cuenta la continuadora de la saga. Así hasta llegar a las doscientas personas que pasan al mediodía por este señero restaurante. Irene habla con pasión de su trabajo. Existe una carta fija de siempre pero cada día incluye platos distintos de forma que a lo largo de la semana los comensales, incluso los que acuden a diario, se encuentran con un catálogo variado que gusta y atrae. Todo de temporada y de la tierra, cocinado con mimo y así van apareciendo en la carta -según la época- callos, lentejas, pollo al ajillo, bacalao, pulpo con cachelos, xoubas guisadas, jurelitos, empanada, sargo, rodaballo, merluza, lenguado, almejas, navajas...Imposible aburrirse de la carta en un local con devotos capaces de coger un avión desde cualquier punto de España para degustar alguno de los platos. La calidad del producto es premisa indispensable en O Tío Benito, donde el vino de Barrantes y el albariño son compañeros imprescindibles de las suculencias que aquí se elaboran.