Opinión | Mira Vigo

La vieja guardia del Sárdoma

La vieja guardia del Sárdoma.

La vieja guardia del Sárdoma. / FdV

Ahí tenéis a estos chavales, en su segunda o tercera juventud, con alguna herida de esta guerra sembrada de paces que es la vida, pero alegres por el encuentro. ¡Pardiez!, si veo ahí a algún Zamorita, hijos del celtista del mismo nombre! Son los veteranos del Sárdoma. Un año más, varias generaciones de jugadores de este club histórico del fútbol vigués, se dan cita para compartir mesa y mantel. Alegres de verse, esta vez en restaurante “O Rancheiro”.

Manolo “Escairón”, 90 tacos, el último sastre de Gondomar

¿Por qué siempre hablamos de los generales en el campo de batalla y no de los soldados que ponen el pecho? José Manuel Vázquez Fernández, para los amigos Manolo “Escairón”, con sus 90 años es la última estirpe de sastres del Val Miñor, el último que ejerció como tal en Gondomar. Ya en la mili, en Huesca, ejerció su profesión vistiendo a los oficiales de su base y añadidos. De vuelta a Gondomar, instaló su sastrería al lado del antiguo cuartel de la Guardia Civil, cerca del Ayuntamiento, para trasladarse más tarde, con su mujer y sus dos hijos, al bajo de su nueva casa en Avenida del Conde, ampliando aquí su negocio con ropa ya confeccionada. Por su taller pasaron, además de su mujer que trabajó siempre con él, varios vecinos y vecinas del pueblo, como aprendices y ayudantes de sastrería. A lo largo de los años fue vistiendo a diferentes generaciones y era rara la boda del concello en la que no estaba presente su labor artesanal en innumerables trajes de novios, padrinos e invitados, así como en los uniformes de los policías locales del ayuntamiento de Gondomar y también del de Nigrán, destacando en todas sus creaciones la minuciosidad y perfeccionismo que lo caracterizaron. Pero el mejor modelo de su trabajo es él mismo, siempre elegante, vestido con traje y corbata diariamente, trajes que cosía para sí mismo y que disfrutaba vistiendo. Manolo también ha sido siempre un amante de la vida mundana y por tanto un habitual de las tertulias en los bares del pueblo, así como en las partidas de cartas. Otra de sus grandes aficiones es dedicarse con mimo a su pequeña huerta y desde su jubilación, hace ya más de veinte años, no ha habido ningún otro sastre en el pueblo ni en los otros concellos vecinos, desde que la confección a medida se convirtió en artículo de lujo y el prêt-à-porter ha sustituido a las prendas únicas e inigualables creadas en las sastrerías. ¡Saludos José Manuel!

Marisa Otazo, feliz con su Feng Shui, de vuelta de Dubai e Italia

No sabía por donde andaba mi Marisa Otazo, esa gracia sin par que muchos ya conocéis por el mundo de la moda. Ahora me entero de que esta mujer a una sonrisa atada, como su madre, Pilar Etxeberría (que tanto gusto dio a la moda de boda y alrededores con Mundo Novias), anda de aquí para allá volcada en su visión taoísta de ocupación del espacio doméstico, el Feng Shui (decoración en román paladino), de vuelta de trabajar de Dubai e Italia Italia donde ha armonizado algún palacio o mansión allí donde han sido reclamados sus conocimientos, aprendiendo italiano por deferencia, me dice, a sus clientas italianas. Y de lo último que me cuenta es su charla este sábado –ya cubierta las plazas– en la tienda Kave de la calle Príncipe, donde nos hablará de las nuevas fórmulas para decorar. A ella no le importa armonizar desde una pequeña casa encima de las cuevas de Valporquero o una mansión en EE UU que por cierto es, por ahora, la ubicación más lejana de sus trabajos realizados. Sí sí, pero a mí me está dando largas para mi casa del barrio viejo. Así está de feliz, así ama su trabajo.