Es A Teixeira pueblo de altura y un excelente mirador de la Ribeira Sacra que configura el Sil. Uno de sus balcones más plácidos es Cristosende, un excelente punto de partida para explorar el paisaje y patrimonio de la zona. Enclavada en un área de gran belleza natural, la aldea conserva la Casa Grande, en tiempos residencia de apellidos ilustres y uno de los focos de la vida social de la zona, poblada de linajes como los Lemos. Conserva los elementos propios de las casas solariegas de la época -siglo XVII- y una portada en arco con escudo heráldico, lo mismo que otras edificaciones próximas de noble cantería que se levantan junto a interesantes ejemplos de arquitectura popular.

Dos han sido restauradas por Anna Champeney y Lluis Grau, artesanos asentados desde hace unos años en la aldea que han optado por la cestería y los tejidos como forma de vida en una comarca de importante tradición textil. Alrededor de Cristosende se despliegan bancales de viñedos, sotos de castaños centenarios y cascadas que desembocan en el Sil o alguno de sus afluentes. Uno de los lugares de agua, fronda y roca es el de las Fervenzas do Cachón, cuyo camino arranca en el lugar donde la carretera que conduce a A Teixeira cruza el río de Os Vaos.

El trayecto atraviesa un bosque de robles y castaños -también de vegetación de ribera- centenarios que se asoman a las piscinas naturales de aguas cristalinas. A dos kilómetros de Cristosende se encuentra el espectacular Sendeiro do Mao, un trayecto que recorre la escarpada orilla fluvial a través de una pasarela de madera que continúa hasta la fusión de este río con el Sil.