La tercera Xuntanza Cabalar pola Costa reunió ayer en el entorno de la playa de Liméns a más de 170 personas en un evento que no deja de crecer desde que nació hace dos años. Fueron 150 los jinetes llegados de toda la provincia de Pontevedra que participaron en el evento. A partir de las 11.00 horas empezaron a salir, desde la costa de Liméns hasta Donón, recorriendo las pistas forestales que discurren por la línea costera del sur de la parroquia de O Hío.

La intención, no siempre lograda, era evitar el asfalto en todo momento. Aunque la ruta era de unas tres horas, los más rezagados no regresaron al punto de partida hasta las 15.00 horas.

Jinetes llegados de distintos puntos de la provincia quisieron conocer, a lomos de su caballo, el entorno de Cabo Home y quedaron asombrados con las vistas de la ría de Vigo y de las playas locales desde ese punto. Algunos llegaron un día antes y durmieron en el camping de Liméns o en hoteles de Cangas, lo que empieza a consolidar esta cita para los amantes de la equitación en el calendario de eventos de la villa.

A la llegada, los participantes y sus familias disfrutaron de una comida conjunta a base de langostinos, mejillones, pescado en caldeirada y carne. La tarde estuvo amenizada por el grupo de gaitas Chacarandaina y muchos niños de la zona aprovecharon para pasarse y disfrutar de su bautismo a caballo gracias a la generosidad de los participantes. Uno de ellos llevó un poni, que fue la delicia de los más pequeños.

La tregua que dio el tiempo ayer por la mañana potenció la participación. Los asistentes extendieron la jornada hasta casi la noche. Con el sello de la comida participaron en el sorteo de un cabrito y de distintos lotes de material cedidos por varias tiendas de hípica.

Éxito

Los organizadores -la Asociación Ecuestre Cabaleiros do Morrazo- reconocen que les sorprende el éxito que está teniendo esta reunión, que hace dos años contó con poco más de 60 participantes. Ante tal acogida, las próximas ediciones parecen estar más que aseguradas.

Uno de los puntos fuertes de la jornada fue la reacción de los vecinos que, de repente, se cruzaban con un número tan elevado de caballos en su aldea. La ruta no dejó indiferente a nadie en la parroquia de O Hío.