A pocos metros del embalse de Zamáns se encuentran los molinos del río Vilaza, un oasis de tranquilidad donde es posible olvidarse durante unas horas del estrés que aqueja a la urbe.

El conjunto etnográfico está formado por cinco construcciones, restauradas por la Comunidade de Montes de la parroquia a lo largo de la última década. El proyecto se inició con la rehabilitación del molino Vento, el único que por el momento está totalmente operativo. En su interior, se pueden contemplar todas las partes que conforman una construcción de este tipo, desde la muega o muxega (el cajón de madera donde se vierte el cereal) hasta la moa, la piedra que tritura el grano para convertirlo en harina.

Abierto a visitas escolares, el Vento también es utilizado por algún que otro vecino de la zona para moler el grano.

En los últimos cinco años, y a medida que iba consiguiendo fondos, la entidad fue restaurando los otros cuatro: Novo, Quenllo, Seblueido d'Arriba y Seblueido d'Abaixo. "El 95% del presupuesto invertido salió de las arcas de la comunidad de montes, y contamos además con una pequeña ayuda financiera de La Caixa y las antiguas cajas Caixanova y CaixaGalicia", explica Manuel Alonso, su presidente.

Los cinco molinos, construidos en el siglo XIX, están unidos por un paseo. A medio camino, una gran piedra del Galiñeiro se ha convertido en fuente, y más abajo, el sendero se extiende hasta llegar a los límites del embalse. "Le propusimos al Concello construír un paseo que lo bordeara, y aunque en un principio nos dijeron que estaban dispuestos a hacerlo, al final ha quedado en nada", señala Alonso. Aún así, es posible caminar hasta el embalse gracias a un pequeño puente de troncos que se camufla con la rica vegetación que caracteriza la zona.

La comunidad de montes tiene proyectado poner en funcionamiento dos molinos más como mínimo. Además, en el de Seblueido d'Arriba, el más grande, han ideado construir un horno. "Nuestro único propósito es que cualquier persona, aprovechando las rutas del Galiñeiro, pueda venir, disfrutar de Zamáns y conocer un poco más el entorno de Vigo, tan rico pero muy poco conocido", afirma el presidente.

En los terrenos adyacentes, adquiridos por la entidad, crecen castaños miconizados y algunos nogales. Además, entre San Cosme y Marcosende se han plantado 700 castaños de producción. "No nos empuja el ánimo de lucro. Al contrario, queremos que cuando empiecen a dar fruto, dentro de unos cuatro años, tanto los vecinos como cualquier visitante puedan venir aquí y recoger castañas de calidad durante el otoño", señala Alonso.

Actualmente, la Comunidad de Montes de Zamáns está integrada por 205 comuneros y cuenta con 237 hectáreas de terreno. "Nuestros montes están muy bien cuidados -afirma-. El año pasado contratamos trabajadores a través del plan de empleo del Concello; tenemos además dos empleados fijos y maquinaria para limpiar el monte".