El día comenzó con una brisa helada. Los cohetes en distintos puntos del territorio fueron señalando las ubicaciones de las distintas peregrinaciones a medida que avanzaban en dirección al santuario. Los ritos ancestrales de los encuentros, las salutaciones de las imágenes y de las cruces se fueron sucediendo, con la simbología propia de un evento cargado historia.

Al mediodía, poco antes de comenzar la misa, ya estaban en la explanada del santuario -ubicado de forma provisional bajo una gran carpa para poder acoger al gentío- las más de 60 imágenes de otras tantas parroquias llegadas desde numerosas comarcas del sur de la provincia de Pontevedra, como la Virgen de Os Remedios, llegada de San Xoan de Tirán y Nosa Señora do Carmen, de Moaña.

Fue la ofrenda de los Hermanos Misioneros de los Enfermos Pobres, que peregrinaron con San Camilo de Lelis, la que dio pie al Obispo de la Diócesis de Tui-Vigo, Monseñor Quinteiro Fiuza, para reclamar en estos momentos "tener el corazón abierto a los necesitados y a los pobres" y retar a los asistentes a "compartir", en un momento de especial dificultad para las familias.

Tras los oficios religiosos salió la procesión desde el santuario provisional a la iglesia. Las imágenes bajan a hombros de los romeros por la empinada cuesta y dan la vuelta al templo. Algunas de ellas ataviadas con los mejores ropajes, adornadas con flores y transportadas, con las dificultades del terreno, con "xeito" por sus porteadores.

Una anciana pidiendo "esmolas", los pulpeiros y las rosquilleiras completan el paisaje de la romería popular con un toque al Rocío andaluz pero con la naturaleza propia de Galicia.

La romería de As Pascuillas es conocida como la de primavera y se diferencia de la que se celebra en septiembre, en que suben todas las "santas". "A mi me gusta especialmente esta romería porque se ve a más gente joven, que sube a pie, contentos...", explica una de las asistentes, María.

Promesas, devoción, esperanza... Cada uno de los romeros que asiste puede explicar una razón diferente, o ninguna. Manuel asegura que acude porque lo hizo desde niño y es tradicional de la familia. Una buena oportunidad para confraternizar con su parroquia y sentirse más próximo a sus vecinos.