SELINA OTERO

Todo empezó en diciembre de 2012 en Malpica de Bergantiños. Un pequeño grupo de amigos tomaba algo en uno de los bares de O Caldeirón, en la playa, mirando hacia las Sisargas, cuando uno de ellos preguntó: "¿Sería posible llegar desde aquí hasta Fisterra todo por la costa?". Se miraron ante lo que parecía en principio una simple reflexión sin mayor trascendencia, para acompañar la cerveza, pero enseguida se les encendió la luz del reto, del empeño. Entre desafío y apuesta, empezaron a diseñar la ruta imaginada, ayudados por Google Earth. Se trataba de unir los faros de A Costa da Mortepero siempre a pie de acantilado, tarea complicada porque en muchos tramos no existía camino. ¿La prueba de fuego? Adentrarse ellos mismos. Durante varios fines de semana completos por el monte, con mapas, internet, pinturas para marcar huellas indicadoras y algún que otro material para cortar la vegetación y despejar carreiros, lograron definir todo el trayecto, con 203,5 kilómetros en total.

La llegada a Fisterra, el primer final de la aventura y señal de que caminarlo pegados al litoral sí era posible, fue el día 26 de enero del año pasado, como recuerdan los organizadores dispuestos a popularizar una ruta "espectacular, con un paisaje a cada paso que te sorprende y que no es de nadie, sino que es de todos; es patrimonio de A Costa da Morte", insisten. Decidieron separarlo en ocho etapas de 25 kilómetros de media cada una. De esta postal, a principios de 2013, con una ruta incipiente de desconocido destino, se pasó a la consolidación de un peregrinaje por mar hasta Fisterra al que cada quince días, cuando se organiza la nueva etapa, se une más gente.

Animación en Laxe, antes de emprender camino hacia Arou. Más de 700 caminantes en esta etapa. // Eduardo Verdes

Los tramos se realizan en grupo, con personas de la zona pero también de otros puntos de Galicia y de España, que se deciden a pasar un fin de semana diferente en este enclave natural de la fachada atlántica. A través de las redes sociales, cada vez llama más la atención a curiosos de otros países. El perfil de los caminantes es variopinto, desde niños hasta mayores, "creo que el récord está en una persona de 79 años", apuntan. Algunos practican senderismo pero otros ni siquiera realizan ningún deporte. Unos son amantes de A Costa da Morte, viven en los pueblos marineros que componen el mapa de esta parte del litoral y otros ni la conocen, la exploran por primera vez. En la última etapa, de Laxe a Arou (17 kilómetros), realizada el pasado 13 de abril, se juntaron más de 700 personas para caminarla unidos.

"Fue una aventura tremenda conseguir finalizar la ruta que habíamos imaginado, aunque costó. Cuando llegamos al final teníamos varias opciones y así lo hablamos entre nosotros: o guardarlo como secreto o contarlo para hacerla pública y que todo el mundo que lo desee pueda caminar entre Malpica y Fisterra", cuenta uno de los organizadores de O Camiño dos Faros, cuyo planteamiento recuerda al Camino de Santiago, al realizarse por etapas, de modo que cada domingo que se organiza una de ellas, hay que acudir en coche o bus hasta el punto de partida. "Decidimos contarlo para que sea una ruta de todos, bajo la directriz de realizarla con el máximo respeto a la naturaleza, cuidando el entorno natural a cada paso", añade uno de los autores de la idea.

Algo les decía que en cuanto se lo transmitieran a los demás y la gente comprobara el tipo de lugares que se recorren, sería un éxito asegurado. Eso pensaban ellos, el equipo inicial, de no más de seis personas y dos perros, con la experiencia previa de casi tocar las Illas Sisargas desde el cabo San Adrián, de ver Laxe desde lo alto, de caminar por la pedregosa costa que tanto adoraba Man (el fallecido y conocido alemán de Camelle, con su particular culto a las piedras) o avistar a lo lejos el Faro de Vilán, Moraime, A Barca de Muxía o, como colofón final, Fisterra, enclave considerado desde la antigüedad como fin del mundo, desde el que no se percibe más que mar y la línea del horizonte.

Salida de Malplica, desde la playa de Area Maior hacia San Adrián, de los compañeros de viaje en la primera etapa del

Camiño dos Faros, un paseo de 22 kilómetros que termina en Niñóns. // Camiño dos Faros

Una de las cosas que el grupo tenía clara desde el principio era la protección de la ruta, tanto desde un punto de vista medioambiental (cuidar los caminos), como de la propia idea, "sin que pueda atribuirse a nadie". Por ello idearon la figura de un trasno, en alusión al ser mitológico e inquieto que hace travesuras escondido, típica del imaginario gallego. Se llama Traski, el nombre oficial de la ruta, en la que todos sus participantes se convierten en "Traskis o trasnos", una vez que deciden unirse a la aventura. Normalmente, para distinguirse, y como símbolo de pertenencia al grupo, los caminantes llevan camisetas o sudaderas verdes, con la imagen de Traski. "Definir la trayectoria supuso abrir caminos que hace cincuenta años o más que no se utilizaban; que en su día eran trayectos que realizaban para su trabajo diario percebeiros o agricultores, que se dirigían a plantar a un terreno cercano al mar", cuentan los organizadores.

En 2013, tras el descubrimiento, decidieron empezar la ruta con gente. "Empezamos algo más de 20 personas, invitadas, y en la octava etapa éramos más de 70. Toda esta gente fue fundamental para que O Camiño dos Faros fuese tomando forma porque entendieron a la perfección la idea original de lo que queríamos hacer con esta nueva ruta", añaden los organizadores.

Aquellos más de 70 que acabaron aquella ronda de las ocho etapas, poco tiene que ver con el nivel alcanzado en la actual edición. De etapas de 400 personas, el punto de inflexión quizás haya sido la cifra de participantes alcanzada hace quince días, más de 700.

Apuntan que, a finales de 2013, con el interés que había despertado la ruta, ya que cada vez se unía más gente, y la dimensión que había tomado, tras hablar con los participantes, decidieron crear una asociación, "más que nada por cuestión de seguridad, ya que con tanta gente es necesario y por cuestión de organización", indican. Se acercan en estos momentos a los 400 socios, según datos aportados por la propia asociación.

Escalada en fila en un día soleado. A menudo se forma un efecto "serpiente" al observar a

todos los "trasnos" caminando en ruta. // Camiño dos Faros

"Nuestro objetivo es disfrutarla y que los demás la disfruten. Nosotros, los organizadores de base, somos unos participantes más de O Camiño dos Faros. A través de caminodosfaros.com se pueden bajar los mapas de cada etapa, y también en aplicación móvil, de modo que cualquiera puede realizar la ruta de manera individual. De hecho, hay grupos que quedan, al margen de los domingos de quedada oficial, para hacer las etapas por su cuenta y nos envían fotos y nos cuentan su experiencia", indican los propios organizadores: "no es que queramos seguir realizando la ruta durante mucho tiempo con centenares de personas, que también porque nos divierte, pero el reto final es que sea conocida y que todo el mundo que quiera pueda realizarla por su cuenta, siguiendo las señales verdes y ayudados de la aplicación, no tiene pérdida".

"Si conseguimos consolidarla y que sea algo conocido de A Costa da Morte estaríamos muy orgullosos porque fue justo lo que pensamos al inicio y no ha pasado mucho tiempo", explica "Traski mayor".

¿Cuál es el éxito de O Camiño dos Faros? "El efecto de las redes sociales, que han sido fundamentales para dar a conocer el sentido de esta ruta desde el principio. Sirven de escaparate para todo lo que hacemos. Y, sobre todo, la belleza de la ruta en sí misma, con muchos tipos de paisaje en poca distancia", añaden. Malpica, Niñóns, Ponteceso, Laxe, Arou, Camariñas, Muxía, Nemiña y Fisterra, esas son las paradas del camino costero. En medio: acantilados, montañas de piedra, vegetación, aves, playas, estuarios, ensenadas, faros, puertos pesqueros y siempre, de fondo, el mar.