Durante un tiempo quiso librarse de la pesada losa de su personaje. Si Alec Guiness aborreció a Obi Wan Kenobi, Leonard Nimoy quiso escapar del personaje de Spock en el que parecía estar atrapado.

Nimoy apareció en la versión setentera de 'La invasión de los ultracuerpos', ejerció como director en comedias como 'Tres solteros y un biberón', pero todos siempre lo veían como el alienígena de orejas puntiagudas de la nave Enterprise en Star Trek.

Hijo de una mujer terrícola y un padre vulcaniano, el drama de Spock era que ninguno de los habitantes de ambos planetas le veían como uno de los suyos. Era el alienígena que fue educado para no sentir y no expresar sus sentimientos y por ello era visto como un monstruo por sus compañeros de tripulación, pero sentía igual que todos. Los vulcanianos no llorarán su muerte, pero millones de trekies sí. Con su cara de póker y sus orejas puntiagudas, logró convencernos de que era realmente un ser de otro planeta. Su amistad con el capitán Kirk y sus eternas discusiones con el doctor McCoy eran constantes en la serie Star Trek.

Tras pasar años escapando del personaje, al final de su carrera volvió a abrazar su legado con los brazos abiertos y fue el único actor de la saga original que volvió a aparecer en el reinicio de la franquicia a cargo de J. J. Abrams. Su personaje murió y resucitó en la saga cinematográfica de los ochenta. Ahora su estrella, se ha apagado para siempre. Larga y prospera vida.