Ay, qué tertulianos, o lo que sea, tiene Guasabi. Iñaki Urrutia, Silvia Abril, Nacho Bigalondo y Álex Clavero acompañaron a Eva Hache en su estreno el viernes pasado. Aunque no entendí para qué. Quizá para tener más acusada la sensación de que Guasabi es un fiasco. En todos los sentidos.

Es un programa de humor que sólo lo consigue a ratos, según la bromita de la cámara oculta. Sí, han leído bien. Cámara oculta. Guasabi monta su trama en torno a situaciones provocadas -ayudar a mover el coche de Wert, con el ministro dentro, frente a una facultad, pedir el pasaporte al pasar de un pueblo de Aragón a Cataluña, hacerte una foto en una cabina y salir tu foto junto a Pablo Iglesias, comprar en la frutería y poder pagar con euros o con podeuros, y cosas así que ponen en un brete a los que pican-.

Tiene gracia unos minutos, y según el gag. Pero lo que te desalma es el paso al plató, con la presentadora poniendo caritas y los opinantes diciendo chorradas sin cuento sobre el gag de la cámara oculta. La nada sobre la nada y tiro porque me toca. La audiencia no se lo tragó. Hizo un escaso 5% frente al 13,9% de José Mota en La 1 y el 11,6% de Antena 3 con Me resbala.

Todas las cadenas generalistas apostando por el humor, todas, todas, sin excepción. No me negarán que Sálvame DeLuxe, donde visten a la tropa de domingo para hablar de sus cochinadas, no es, aunque a mí no me haga ni puñetera gracia, otro de humor. Por si le faltaba algo a Guasabi, Cuatro nos lo dio. Invitaron en cuerpo mortal a Jaime Peñafiel. Me impactó tanto que no sé ni de qué habló. Ni falta. Bye, bye.