Acaba de cerrar el cine Palafox, el más grande de Madrid. Con tal motivo, 'Días de cine' dedicó un reportaje al futuro de la exhibición cinematográfica. Una pieza de orfebre a las que Santiago Tabernero nos tiene acostumbrados, que entre su apertura (las imágenes de Cinema Paradiso) y su cierre (el solo a piano de La La Land) acogió interesantes declaraciones de espectadores cinéfilos, exhibidores, proyeccionistas y responsables de plataformas digitales.

Han cerrado los santuarios cinéfilos de nuestra infancia. Donde, como recordó Tabernero a los nativos digitales, "antes de que nacieseis pudimos ver y vivir cosas que no podríais imaginar". El debate continúa encendido. ¿Cuál es la solución? ¿La bajada del IVA? ¿Mimar al espectador que sigue acudiendo a las salas? ¿Asumir que el futuro pasa por el cine a la carta en casa?

Este jueves 2 de marzo se presentó el Festival de Málaga. Lo que supone el pistoletazo de salida de esta vigésima edición. Ahora es Festival de 'cine en español', añadiendo una preposición inclusiva que acoge también el cine latinoamericano. Viendo los exigentes títulos de las películas integrantes en la sección oficial intuimos que la selección ha ascendido varios escalones en lo que a calidad se refiere. El festival pasa de ser un certamen de preestrenos que llegarán a la cartelera a lo largo de la primavera, que también, a convertirse en una ventana para el cine independiente y arriesgado, tan necesitado de ellas.

No es de agoreros, sino de realistas, augurar que la suma de las taquillas que van a hacer todas las películas de la sección oficial (exceptuando la inaugural, 'El bar', de Álex de la Iglesia) no igualará, ni por asomo, las cifras recaudadas por 'Es por tu bien', de Mediaset, o 'El guardián invisible', de Atresmedia. Por ello son tan necesarios festivales como el de Málaga. Es más. Esta coyuntura es la que les llena de sentido.