El aspirante a presidir la Junta de Andalucía, Javier Arenas Bocanegra, envió a un emisario unas horas antes del inicio del debate en Canal Sur con los demás candidatos para obligar a la tele andaluza a leer un comunicado con las razones por las que no acudía. Resumo. Que por dignidad no estaría ya que es un medio de comunicación no neutral. Canal Sur, como es lógico, no leyó semejante disparate. Es más, la moderadora, Mabel Mata, defendió la profesionalidad de los trabajadores en el arranque de lo que si para el señor Bocanegra fue un acto indigno al que no debía de acudir, para un servidor fue un acto de cínico canguelo -él sabrá qué oculta-. Cada cual escoge su retrato.

El debate, que se quedó entre José Antonio Griñán, PSOE, y Diego Valderas, IU, fue, hasta que los partidos quieran, una cita más propagandística que periodística. Ya está bien. Y vale para todas las teles y convocatorias electorales. Que a estas alturas, como decían en la tertulia política de Las mañanas de Cuatro, y en 2012, un candidato decida o no acudir a debatir según le venga bien o no, es una afrenta a los electores. No es una opción, señor Bocanegra, es una obligación. ¿Manipular? La cara se les tenía que caer a cachos, a todos. ¿Cómo se puede manipular algo imposible de manipular ya que hasta consienten el ridículo de pactar los tiempos cronometrados por árbitros deportivos, con bloques cerrados, con un formato férreo, donde no hay margen para el periodismo? Miren, señores políticos, quienes deberían de negarse a estas vergonzantes pantomimas tendrían que ser, al menos, los medios públicos. Si no se puede ejercer el periodismo, con preguntas y repreguntas, váyanse mucho a la porra. No te digo.