Es el segundo propietario en España después del Estado. No paga IBI, que usted y yo, y todo el que tiene un cacho de vivienda, pagamos sí o sí. Recibe dinero público, mucho, muchísimo dinero público.

En el vendaval que el Gobierno del PP está creando, dando paso a un creciente Estado de malestar, con tajos, presupuestos demediados, recortes salvajes, haciéndonos creer que nos hacen todo esto por nuestro bien, dinamitando la sanidad y la educación, tomando al asalto la radio y la televisión públicas con verborrea de trolero, el recorte no le pilla. Ni un euro menos. Es más, aumenta el dinero que recibe esa empresa que vive bajo un paraguas intocable, una monserga celestial de la que sus directivos se valen para amarrar la buena fe de la clientela, alguna de verdad convencida a pesar de las fechorías terrenales que hacen sus avaros representantes.

Con la expresión ¡Que Dios te lo pague¡ Jordi Évole volvió el domingo en el Salvados de La Sexta a hincarle el diente a un asunto que irrita , pero más en estos momentos. En la misma cadena, y justo después del reportaje sobre la insultante financiación estatal a la empresa católica, se emitió Cuerpo médico, último capítulo de una serie de entregas en las que un equipo de televisión ha seguido el trabajo de médicos y enfermeros de la sanidad pública repartidos por toda España.

Uno de estos médicos, Emilio Emmanuel, se despide de su residencia en el Carlos Haya de Málaga como urólogo, y lo hace con la satisfacción de una entrega sin límites pero con la zozobra de no saber si encontrará trabajo… tal como está la situación. ¿A quién acudimos cuando han de operarnos, al médico o al cura? Las supercherías son cosa privada. La medicina, no. ¿O es al revés?