A ver, ¿por qué será que la serie de los martes en La 1 no me concierne ni me convence, ni me hace gracia ni me enfurece, ni me conmueve ni me molesta? Creo que hay claras intenciones de divertir. De no aburrir y de entretener. Lo sé porque las escenas son muy cortitas, picadas, y se pasa de una secuencia a otra a un ritmo acelerado para que eso de la atención no se venga abajo, y por eso del bar del Curro, o sea, el tres gestos Antonio Resines, se pasa a la mansión del rico golfo Antonio Garrido, y como la cosa va de atraer a la familia, en medio hay escenitas con niños de todas las edades, dos en plan adolescente con pelillos de sobaco y dos con sus cosillas de niños, es decir, eso del espectro para que todo el clan se sienta reflejado.

iFamily, resumo, es la historia de dos hermanos, el mentado Resines y Raúl Fernández, enfrentados por el amor de una mujer, de la misma mujer, de Marta, ya fallecida, aunque dio tiempo de dejarle a su marido truhán, el mentado Garrido, los cuatro nenes. Ya parió la señora, ya. A ver, ¿por qué iFamily ni me va ni me viene? No lo sé. Me dejé llevar para no cortar a medias aunque es cosa vista y añeja.

Eso sí, sigo preguntándome con un asomo de intriga, rabia, y alucinante perplejidad, por qué se llama iFamily. Podría llamarse, sin más, 'Familia', o 'Ana y los siete'. Y estaría bien. De eso va, de líos de familia, el hermano rico y fullero, y el hermano pícaro y buscavidas, con sus historias paralelas y cruzadas. Pero no, se llama iFamily. Lo de la 'i' me puede. ¿Qué pinta ahí? ¿Por qué se recurre a esa tontería? ¿Por qué se recurre al inglés y familia se convierte en family? Ay, señor, llévame pronto.